Capítulo 22

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El día de la celebración de su boda, Nunew llegó a las cinco de la mañana a casa de sus padres. Entró silenciosamente por la puerta principal con los zapatos en la mano para evitar el ruido de sus pasos en el sensible y viejo parqué, pero todo cuanto hizo para evitar la escrutadora mirada de sus familiares fue en vano, pues en el gran sillón del salón esperaba sentado su hermano Tutor mientras Max dormitaba como una marmota en el sofá.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó Nunew sorprendido.

—Relevé a papá hace dos horas —comentó Tutor a la vez que propinaba una patada a su hermano para despertarlo—. Como siempre, estaba tremendamente preocupado por su pequeño y nosotros no podíamos decirle dónde estabas, ¿verdad?

—Gracias por no contar nada, Tutor, eres un buen hermano —alabó Nunew agradecido.

—No, soy un buen amigo. No quería que papá fuera a casa de Zee y lo apuntara con su escopeta. Porque supongo que habrás pasado la noche allí.

—Sí —confesó Nunew avergonzado—. ¡Pero nada de esto hubiera sucedido si ustedes no me hubieran dejado allí solo y atrapado! —reprochó a sus hermanos.

—Y cuando te acostabas con Zee todos los veranos desde los dieciocho años, ¿también nosotros teníamos la culpa? —preguntó irónicamente Max.

—¿Él les contó eso? —preguntó Nunew molesto—. ¡No tenía ningún derecho!

—Me lo dijo a mí cuando me confesó, loco de contento, que te amaba y que quería formar una familia contigo. Me lo reveló antes de conocer a Mister Perfecto y sentirse como una mierda porque ese hombre cumplía todos y cada uno de los puntos de tu lista y eso lo dejaba a él fuera de la ecuación —explicó Tutor con enfado.

—¿Cómo puedes decir que eres perfecto, si eres el hombre con más defectos del mundo? —añadió Max disgustado.

—Yo no soy así… —objetó Nunew, indeciso.

—Eras un niño repelente e insufrible hasta que apareció Zee y te convirtió en un niño revoltoso y divertido —recordó Max.

—Desprecias continuamente los sacrificios de Zee por intentar ser un hombre que no existe; sin embargo, alabas a ese petimetre con el que pretendes casarte y que no ha hecho ningún esfuerzo por merecerte —continuó Tutor disgustado ante la ceguera de su hermano.

—¿Cómo puedes elegir pasar el resto de tu vida junto a un hombre que no amas por una estúpida lista? ¡Estás desperdiciando la posibilidad de ser feliz el resto de tu vida! —gritó Max furioso sin dejar de pasearse por el salón.

—Yo amo a George… —contradijo apocadamente Nunew.

—¡Sí, claro, por eso te acuestas con Zee! —lo acusó Max.

—¿Sabes qué es lo peor de todo? Que has jugado con Zee durante todos estos años y le estás rompiendo el corazón a un hombre que realmente te ama —recriminó Tutor a su hermano menor.

—Pero yo no amo a Zee —aclaró entristecido Nunew.

—¡Sigue diciéndote eso, algún día acabarás por creértelo! —apuntó Max saliendo colérico de casa de sus padres.

—Yo sólo quiero que mañana no te arrepientas de nada. —Tutor abrazó cariñosamente a su hermano.

—No te preocupes, Tutor, George es el mejor hombre del mundo —declaró Nunew decidido mirando a los ojos a su protector hermano.

—Sí… pero ¿es el mejor para ti? —insinuó saliendo tranquilamente en busca de su hermano, para calmar sus ánimos.

Max no debía cometer ninguna locura en la boda de su hermano menor; después de todo, la decisión de su futuro le pertenecía únicamente a el y a nadie más.

No seras mi principe azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora