Capítulo 23

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Todo BangNa esperaba con nerviosismo el momento en el que el novio entrara en el templo. A pesar de que la boda hasta ahora parecía marchar sin contratiempo alguno, los vecinos del pueblo aún hacían apuestas sobre si Nunew
terminaría por casarse con Mister Perfecto o si huiría antes de llegar a pronunciar el «sí,
quiero».

La iglesia estaba llena a rebosar; no sólo habían asistido al evento los familiares de ambos contrayentes, sino que todos y cada uno de los habitantes del pequeño pueblo esperaban con impaciencia presenciar el rito del matrimonio, ya sea dentro o fuera del recinto.

La mitad de los presentes opinaba que Nunew sería raptado por Zee en mitad de la ceremonia, la otra mitad, que Nunew no llegaría a entrar en la iglesia.

Solamente unos pocos osaban comentar que Nunew finalizaría la boda, casándose con el perfecto George.

Todo estaba listo: la iglesia estaba esplendorosa por los adornos florales de delicadas rosas blancas. Lazos de seda de color nieve engalanaban los asientos de los invitados y una gran alfombra roja indicaba a los novios el camino hasta el altar.

El novio aguardaba pacientemente junto al altar;  sus acompañantes ya habían sido colocados en su lugar; la madrina permanecía al lado del novio y únicamente faltaba la imprescindible presencia de Nunew Chawarin y su padre.

La pequeña orquesta de música clásica comenzó a tocar y los niños del coro entonaron una hermosa canción. Las puertas se abrieron y Nunew irrumpió de una forma atolondrada y desorientado.

Antes de que Nunew comenzara a caminar hacia su futuro, una niña de unos cuatro años esparció pétalos de rosas lentamente por el camino. Nunew agarraba con fuerza el brazo de su padre mientras, absorto en sus pensamientos, continuaba preguntando por Zee sin prestar ninguna atención a lo que ocurría a su alrededor.

—¿Por qué se va, papá? —quiso saber Nunew, confuso.

—Porque no quiere ver como haces tu vida con otro que no sea él —contestó murmurando el señor  Perdpiriyawong

—Pero el pueblo es lo suficientemente grande para los dos…

—Cielo, si tu madre me dejara por otro y yo tuviera que ver día a día cómo rehace su vida junto a él, no podría soportarlo. Creo que Zee es un hombre muy fuerte, pero todos tenemos un límite, y ese límite para Zee eres tú.

—Pero no puede irse… —manifestó Nunew.

—Bueno, cariño, ahora lo que tienes que pensar es en tu futuro —indicó John ayudándolo a caminar despacio hacia George William.

Mientras Nunew se acercaba cada vez más a su novio, el dinero iba cambiando de manos a lo largo del enorme pasillo, pero alguna que otra persona se negó a pagar hasta presenciar el final de la hermosa ceremonia.

.
.

El pasillo se me hacía larguísimo.

Con cada paso que daba parecía alejarme más de mi destino en lugar de acercarme a él, y eso no me asustaba: no estaba impaciente por llegar junto a George ni por decir el consabido «sí, quiero» ni por comenzar una vida junto a él.

No estaba deseoso de que terminara mi boda para que todos me comenzaran a llamar señor Worthington. No sentía esos nervios previos a un casamiento que hacen imposible mantenerse serenos a los futuros esposos, pero sí que tenía todas las dudas del mundo cuando miraba a mi futuro marido.

Eso me hizo reflexionar sobre si verdaderamente él era el adecuado.

¿Por qué ahora, justo antes de que mi precioso sueño de la infancia se llevara a cabo, me daba cuenta de que eso no era en el fondo lo que yo deseaba?

No seras mi principe azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora