AEMON I

140 13 0
                                    

Desde que la ceguera comenzó hacia algunos años, Aemon Targaryen tuvo que confiar cada vez más en sus demás sentidos como el tacto o el oído. Cuando ya no pudo ver nada más que una neblina blanca que a veces era más luminosa cuando estaba cerca de una fuente de luz tuvo que conseguir un mayordomo dispuesto a ayudar a un pobre anciano.

Con los años comenzó a distinguir los pasos de las personas que venían a su habitación. No como tal por un nombre en específico, sino por el mensaje que podrían traer consigo. Pasos lentos podría ser su mayordomo que venía a preguntarle si estaba bien o necesitaba algo más. Pasos fuertes quizá fuera un mensaje urgente para que se reuniera con el lord comandante o bajara al salón principal por un asunto que requería su sabiduría. Los que más le fascinaban eran esos pasos silenciosos, los que querían pasar desapercibidos por el nerviosismo y que, en varias ocasiones, eran descuidados cada tres o cuatro pasos. Estos últimos siempre eran para personas que querían un consejo más personal o no la estaban pasando bien en la guardia. Y al último estaban los pasos rápidos y desesperados, los que nunca quiere escuchar pero que son la norma allí. Estos siempre indican algún herido o algún problema con el muro.

Cuando escuchó los pasos rápidos después de que Samwell saliera de su habitación, Aemon Targaryen solo pudo pensar en qué podría haber ocurrido esta vez. Lo primero que se le vino a la mente fue que alguien resultó gravemente herido durante el entrenamiento de Alliser Thorne. La puerta se azotó y luego entraron dos personas. Una de ellas debió ser Samwell, quien le ayudaría con lo que fuera que estuviera sucediendo.

—¿Qué sucede, Samwell? —preguntó mientras se gira hacia la entrada. Quizá no pueda ver, pero sería descortés no dar la cara a quien estuviera en la habitación.

—Es Jon... él —dijo Samwell, pero fue interrumpido por el ruido de pasos que se acercaban a la cama. Luego más pasos y otro azote a la puerta.

El lugar quedó en silencio y luego un jadeo que debía ser de Samwell que se escuchaba cerca de la cama. Debió ser una herida grave si el ruido de su mayordomo era una señal. Esperó que no se tratara de una nueva amputación, los dioses sabían que necesitaban a todos sus hombres completos para lo que sea que les deparara el invierno. Tampoco era un trabajo muy agradable para él, cortar una extremidad se había vuelto una norma por el frío, pero aun así lo dejaba incómodo.

—Jon, ¿ella es...? No, ¿verdad? —tartamudeó Samwell y escuchó un suspiro que debía ser el del lord comandante. Luego se dio cuenta del "ella", algo que le generó genuina curiosidad. ¿Podría ser la chicha Gilly que siempre estaba cerca de Samwell? La guardia era un peligro para la pobre chica, así que esperaba que no hubiera ocurrido algo deshonroso.

—Es su sobrina, maestre Aemon —la voz de Jon fue dura y el mensaje lo dejó aturdido—. Es Daenerys Targaryen.

Su mente quedó en blanco por un segundo. Daenerys Targaryen, su sobrina-bisnieta. No podía ser posible en realidad, ella estaba en Meereen siendo una reina, si es que las cartas e informes escasos que recibía eran ciertos. Pero también sabía que Jon Snow no mentiría sobre algo tan importante, el chico era demasiado honesto a veces para su propio riesgo. A pesar de ello, su corazón y mente dudaron, pues cómo había llegado a Westeros, peor aún, al muro.

—¿Está seguro, Jon Snow? —preguntó Aemon, casi no usaba el nombre del chico ahora que tenía la posición de mayor poder dentro de la guardia, pero este tema ya no tenía nada que ver con la guardia.

—Completamente seguro, maestre —respondió de inmediato—. Ella está herida por dos flechas, por eso la traje aquí.

Eso pareció despertar rápido su lado menos emocional. Él era un maestre salido de la Ciudadela y tenía un herido bajo su protección. No importaba si esta chica era o no su familiar, lo primordial era salvarla. Con renovadas fuerzas, se levantó de su silla con la ayuda de sus brazos delgados y ya débiles por la edad. No duró mucho eso ya que Samwell y le propio lord comandante lo ayudaron a ponerse de pie. Caminó a su cama como lo había hecho tantas veces antes, aunque ahora con más rápides dispuesto a curar a su sobrina.

El Lazo entre el Hielo y el Fuego | GOT fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora