El Lazo entre el Hielo y el Fuego | GOT fanfic

DAENERYS III

Jon Snow era el hijo bastardo del perro del usurpador. Aún no podía procesarlo bien, no podía creerlo. Se sabía poco sobre Eddard Stark al otro lado del mar, no es que fuera muy importante hasta que se convirtió en la Mano del Rey, luego perdió la cabeza. Sabía por sus caballeros como ser Barristan o Jorah que él tenía tres hijos y dos hijas, así como un bastardo, pero nunca se preocupó por ellos en realidad. Supo de la Guerra de los Cinco Reyes y cómo acabó todo después de la Boda Roja. Y ahora estaba junto a uno de los hijos de ese hombre, del mismo que derrocó a su familia y la obligó a vivir en el exilio.

"No culpes al hijo por los pecados del padre", se dijo, viendo de reojo a Jon Snow e intentando imaginarse un poco a Eddard Stark. No sabía cómo lucía un Stark, solo existían rumores de ser hombres duros y siempre serios. Bueno, eso último podría ser muy cierto teniendo en cuenta de que Jon rara vez no tenía el entrecejo fruncido o los labios cerrados en una delgada línea. Su mirada era pesada, no cómo la que Daario o Gusano Gris tenían.

Dany se preguntó, no por primera vez, si había alguna relación entre él y los hombres del pueblo libre, como le dijo que se hacían llamar los salvajes. Había vivido con ellos y quizá por eso sienta cariño a ese pueblo, justo como a ella le sucedió con los dothraki cuando estuvo casada con Drogo.

Jon explicó todo su plan y ella le dio algunos consejos que podrían servirle en base a su experiencia en Meereen. Él aceptó los consejos, aunque también habló en base a sus conocimientos del norte y de algunos señores que podrían ser difíciles de convencer. Jon, a pesar de ser un bastardo, creció junto a su padre y estuvo en las comidas y pocas fiestas que se organizaron en Invernalia. A pesar de eso, Dany notó cierta amargura cuando hablaba sobre las cenas.

—Sería más fácil si fueras tú el guardián del norte —murmuró Dany cuando habían hablado de las tantas incursiones salvajes que, incluso, habían llegado hasta Invernalia.

—Stannis me lo ofreció cuando vino —Dany lo miró con los ojos bien abiertos. Aún le costaba aceptar que la Guardia estaba agradecida con Stannis y su presencia.

—¿Ser el guardián del norte? —balbuceó Dany, Jon asintió con la mirada un poco apagada—. ¿Por qué no lo aceptaste? Podrías haber hecho más y tendrías en tu poder salvar todas esas vidas.

—No era mi deber ni mi derecho. Soy un bastardo —otra vez con su triste historia— y no sería lo correcto si aún viven mis hermanas. Ellas deben tener el título, no yo —que amable, pero también que tonto—. Y mi deber está aquí en la Guardia, solo me liberaré de mis votos hasta mi muerte. Para entonces debo advertir a todos de la mayor amenaza, aunque dudo que hagan algún caso si siguen con su guerra por una silla.

Vaya indirecta. Dany suspiró, pensó sobre las guerras y cómo todos querían ser reyes o se lo creían. ¿Ella era igual? Podría ser, ella misma había dicho que regresaría a Poniente y aniquilaría a sus enemigos con fuego y sangre. Pero ¿por qué? Seguridad, fue la respuesta rápida. Y ahora con dragones, necesitaba consolidarse como una persona fuerte para que no volviera a estar amenazada por hombres y mujeres que la veían como un engendro de dragón.

—¿Cuánto tiempo de viaje es hasta Casa Austera? —preguntó Dany, no sabía bien las distancias y con el clima podría verse el camino más pesado.

—De aquí a Guardiaoriente sería un viaje de dos semanas, tres si el clima no nos ayuda. Sería un viaje a caballo, pero seguiría siendo duro cabalgar hasta allí cruzando algunos bosques —Jon entrecerró los ojos un poco—. No tengo muchos conocimientos de barcos, pero supongo que será una semana para llegar por mar. Espero que los marineros y capitanes puedan navegar por aguas congeladas.

—Entonces más de dos lunas para traer a toda esa gente —murmuró Dany—. Es demasiado tiempo y no creo que la Guardia esté feliz que su comandante se vaya así sin más.