Dos lunas ya desde que la reina desapareció en su dragón durante un atentado. Las cosas no habían mejorado desde ese entonces; de hecho, se intensificaron los ataques de la arpía.
La gente se sentía desmoralizada ahora que la reina no podía atenderlos y prometerles justicia. «Madre nos ha abandonado» se escuchaban por doquier cuando uno salía a las calles, desde niños pequeños hasta sus madres y sus padres, y las madres y padres de estos. La mayoría de los esclavos sufrían ahora que los maestros intentaban con todas sus fuerzas recuperar su poder sobre la vieja ciudad esclavista.
—Debemos mandar otro grupo de búsqueda —gruñó Daario—. Y debo ir yo con ellos. No puedo seguir aquí en esta ciudad cuando la reina está perdida.
—No podemos prescindir de tus mercenarios, capitán Naharis —le respondió Tyrion, su voz cansada y con una copa rosando sus labios—. A nadie responden esos hombres si no eres tú.
—¿Quién carajo te dio el derecho de opinar, enano? —escupió Daario—. En lo que a mí respecta, solo eres una especie exótica en la corte de la reina —sonrió con Sarna—. Servirías mejor como bufón que como concejero, enano.
Tyrion se crispó, pero no le respondió a Daario. Cerró los ojos y le dio un gran trago a su copa.
—Dejemos de lado las discusiones internas —gruñó Tyrion—. La ciudad caerá tarde o temprano.
—Los Inmaculados no permitiremos que eso suceda —le respondió Gusano Gris, con las cejas fruncidas y la voz ronca.
—Así será, pero ¿cuánto tiempo durarán? —Tyrion miró a Daario—. Ustedes son mercenarios, en el momento en que vean que las puertas caigan, huirán.
Daario gruñó, pero no lo negó. Eso la sorprendió, no creyó que los mercenarios que lucharon tanto por el gobierno de su reina se fueran con tanta facilidad. ¿No habían sido ellos los que habían recuperado Yunkai y Astapor?
—Y cuándo eso suceda —continuó Tyrion—, las cadenas volverán a los cuellos, manos y pies de toda esta gente. Pronto toda la bahía estará llena de barcos de los maestros, más mercenarios llegarán por tierra y asediarán día y noche, matándonos de hambre y con catapultas.
—Sí, eso puede llegar a pasar —desestimó Daario, haciendo un gesto con su mano—. Entonces ¿qué planeas hacer para evitarlo? ¿Planeas ponerte una armadura y luchar contra ellos? —Daario soltó una carcajada.
—Quizá, soy algo bueno con el hacha —se encogió de hombros—, pero mi fortaleza está aquí —señaló su frente—. Tomar una ciudad requiere mucho dinero y gente, y aún no hay nadie allí fuera. Es momento de mostrarles algo de lo que tiene la ciudad.
—¿Y eso qué sería, mi señor? —preguntó Missandei.
—La reina ha sido misericordiosa muchas veces, también ha sido cruel. Necesitamos mostrar más ese lado —Tyrion se llevó una mano a la barba que comenzaba a crecerle y sonrió—. Se escucharon algunos rumores en Poniente sobre que se crucificaron a los maestros cuando se tomó la ciudad.
—Así es —respondió Gusano Gris, agarrando con más fuerza su lanza—. ¿Por qué?
—A las arpías ya no las entierren. Cuelguen sus cuerpos a los alrededores de la ciudad como mensaje de advertencia —volvió a tomar de su copa.
—Parece ser que el enano tiene bolas al final de todo —se rió Daario—. ¿Y qué con eso? No los detendrá.
—No, no lo hará, pero enviará el mensaje de que no encontrarán una lucha fácil aquí.
Imaginó los cuerpos de los maestros y no pudo evitar estremecerse. Si bien se había sentido bien cuando su reina había tomado Astapor, asesinando a los maestros, también recordó los cadáveres de los niños que crucificaron en su camino a Meereen. Cuánto más pelearan contra los maestros, más ellos se atrevían a hacer más. ¿Funcionaría este plan? Lo dudaba.
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El Lazo entre el Hielo y el Fuego | GOT fanfic
FanfictionJon Snow desde niño había sentido esa llama crecer con él durante los sueños pacíficos esporádicos. Por el otro lado, para Daenerys Targaryen la briza helada la acompañó durante mucho tiempo hasta que estuvo completamente envuelta por ello. Los sueñ...