Sam le había dicho que el maestre Aemon lo llamaba, así que fue a su habitación confundido. ¿Qué querría el viejo maestre con él? Recordó vagamente la primera vez que habló con él a solas y supuso que de nuevo querría compartir su sabiduría con él.
El maestre Aemon estaba recostado en su cama con una taza humeante en su mano. Tenía los ojos cerrados como si disfrutara de una cálida briza de verano, cosa que no sintió desde hacía más de sesenta años. El maestre Aemon no se giró a "verlo" hasta que estuvo a su lado sentado en esa vieja silla que chirriaba cuando uno ponía su peso.
—¿Cómo han ido las cosas, lord comandante? —preguntó el maestre, bebiendo un poco de su té. Jon notó el temblor en las manos de Aemon.
—Como siempre —gruñó—. Hombres por aquí quejándose y el invierno soplándonos la nuca. ¿Por qué me mandó a llamar, maestre?
—Siempre al grano, una buena cualidad de liderazgo —comentó el maestre, con una sonrisa débil en su rostro—. Las cosas se han vuelto tensas dentro de la Guardia, Jon. Creo que ya te has dado cuenta de eso, y solo provoca que los hombres no sientan respeto a sus superiores. No puedes permitir eso.
Frunció el entrecejo un poco y miró al maestre. Suspiró y se recargó su espalda en el respaldo de la silla.
—No puedo mantener a todos contentos, maestre. Créame, me encantaría que todos aceptaran mis órdenes y que yo soy su líder, pero las cosas nunca son así de sencillas —tomó un respiró y luego preguntó—: ¿A qué se debe esto?
—Han corrido rumores, lord comandante —«Así que se trata de eso», pensó Jon.
—Si le preocupa su sobrina, le digo que entre ella y yo no hay nada.
La risa del maestre Aemon lo tomó por sorpresa. Era débil, pero jocosa, lo que le hizo entrecerrar los ojos. ¿No era eso lo que temía el maestre? Daenerys era hermosa, no era ciego ni idiota, pero él no era digno de ella ni había pensado en eso mucho. Después del comentario de Tormund supuso que eso la había molestado, así que intentó mantener más a raya a sus hombres. Sin embargo, los rumores se decían muy lejos de ellos.
—Ustedes dos son jóvenes, no me importa lo que hagan. Son libres en este momento y no tengo ni voz ni voto en sus cosas —comentó el maestre Aemon—. Pero debes mantenerlo oculto.
—No hay nada entre los dos —repitió Jon—. La gente está aburrida y se inventan cualquier cosa. Lo bueno es que siguen pensando que es un niño.
—Pero esos rumores seguirán. No podrás detenerlos después, así que debes tomar cartas en el asunto. La fe prohíbe esos actos y mucha de esta gente lo tomará con malos ojos si les das más hincapié a creerlos.
—¿Y cómo lo hago? —gruñó Jon—. Sí, sé bien que si dejo que piensen que soy un muerdealmohadas me llevará a la tumba, pero también lo son mis otras decisiones. Usted mismo lo dijo, la mitad de los hombres ya me odian, no puedo luchar contra eso.
El maestre Aemon se quedó en silencio. Jon suspiró y esperó relajando un poco su temperamento. No estuvo bien gritarle al maestre, pero cada vez se sentía más presionado por todo. Tenía que ir por los del pueblo libre, lidiar con los muertos y con los vivos de todos lados.
—Cada lord comandante a los que he servido ha sido diferente —murmuró el maestre Aemon—. Pero todos ellos tenían coraje igual que tú; sin embargo, no pensaban en más allá de vivir al otro día. Tú eres diferente e igual en varios sentidos. Quieres hacer un cambio para demostrar que no eres solo el bastardo de un gran señor —Jon se estremeció— y también quieres estar satisfecho contigo mismo por las duras decisiones que te viste obligado a tomar. Te lo dije una vez, Jon, a todo hombre se le pone en duda sus votos en algún momento de su vida.
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El Lazo entre el Hielo y el Fuego | GOT fanfic
FanfictionJon Snow desde niño había sentido esa llama crecer con él durante los sueños pacíficos esporádicos. Por el otro lado, para Daenerys Targaryen la briza helada la acompañó durante mucho tiempo hasta que estuvo completamente envuelta por ello. Los sueñ...