El 𝗔𝗠𝗜𝗚𝗢 De Papá.

5 : Heidy, amiga y confidente.

By Bill.

Al día siguiente, ya estaba desde muy temprano en la ducha y próximo a vestirme.

La alarma la tenia desde ya programada a las seis de la mañana.

Me desperté, me duché, salí y arreglé mi cabello y cuerpo con todos los productos y cremas necesarias.

Me vestí con ropa simple, unos jeans de mezclilla azul medio-claro y una campera holgada de color negro y un estampado de la sonrisa del gato de Alicia, por último, unas zapatillas blancas.

Maquillé levemente mis párpados, coloqué rímel y mi lip gloss de sandía.

Desenredé mis cabellos y bajé a comer.

Minutos después.

—vea mi niño, valla con cuidado y esté con toda la actitud y disposición del mundo.

Mi padre, exagerando como siempre.

—claro, Papito. Lo veo más en la noche para ir a cenar, báñese , se arregla lindo y me pasa a recojer.

Esta noche al salir de mi "trabajo temporal" mi padre y yo, saldríamos a cenar algo.

Tomé el taxi y le dí la dirección.

Al llegar, pagué el costo del viaje y salí quedando frente al edificio. Era hermoso.

Todo totalmente, tenía grandes ventanas y ventanales. El último piso, parecía tener espejos por paredes.

Caminé asta la puerta giratoria y al entrar, todo se veía demaciado elegante, sentía que no combinaba en ese lugar.

Llegué a la recepción del lugar y pregunté a la señorita por El Señor Kaulitz.

—permítame su nombre.

—Will... Bill, Bill Trümper.

Tomó el teléfono y pulsó una tecla.

—Hola señor kaulitz. Hay un chico que lo busca... ¿Nombre? Bill Trümper... Sip, en un momento sube.

Y colgó el teléfono.

—¿entonces?

—El señor Trümper, lo espera en su Oficina, el último piso por favor.

Hice una leve inclinación y agradecí.

Subí al ascensor y pulse el último piso, antes de que las puertas se cerraran por completo, un chico bloqueo las puertas con la mano y al abrirse, el entró poniéndose a mi lado.

Las puertas se serraron.

—¿eres nuevo?

Lo mire de abajo para arriba. Alto, de piel Morena y ojos marrón obscuro (casi negros) usaba un traje perfectamente alisado y me sonreía con sus dientes blancos que sobresalían de su piel Morena.

—¿ah? Si.

—mucho gusto, soy Dominik, pero puedes llamarme black, lindura.

Sonreí, halagado de su comentario.

El ascensor llegó al piso deseado y ambos salimos.

—bien, Black, tengo que irme, pero fué un gusto conocerte.

—igualmente, ¿que te parece si saliendo, te invito a cenar? Ya sabes, por ser nuevo.

Hice una mueca de inconveniente, atrapando mis labios entre mis dientes y cerrando un ojo.