El 𝗔𝗠𝗜𝗚𝗢 De Papá.

14 : obligado

By Tom.

Llegando a la casa, estacioné el auto y salí , directo a la puerta y pedí que me abran.

Regreso al auto y abro la puerta de copiloto.

-Bi... -agito de su brazo, esperando una reacción. -oye, despierta... Ya llegamos. -No abre siquiera los ojos, dudo que este respirando. -oye... Tenemos que entrar... Hace un frío de cojones... ¿Bi?.

Al no recibir respuesta alguna, suspiro con una gran sonrisa por verle dormir... Tan tierno.

Me resignó a que no despertará.

Rápidamente, me agacho, quedando a su altura y paso mis brazos por debajo de sus piernas y espalda, alzando su cuerpo en el aire.

Enreda sus brazos a mi nuca y entierra el puente de su nariz, en mi cuello.

-tu no estas dormido... ¿O si?.

No me respondió nada, pero pude oir una pequeña risita de su parte.

Ahora sabía algo más de él. Cuando toma de más, es súper sensible y mimoso.

Entrando a la casa con Bill en brazos, cargando su cuerpo al estilo "princesa" le pedí amable a la mujer, cerrar las puertas y tener un almuerzo básico con café por la mañana.

Con un "si señor" se retiró y yo pude subir tranquilamente las escaleras hasta la habitación principal, la mía.

Abrí la puerta y caminé a la cama. Con algo de esfuerzos, quite la blanca sábana para poder acostar a Bill.

Me dirijo a mi clóset, aflojó la corbata en el proceso.

Busco algo cómodo para Bill. Lamentablemente, solo encuentro el viejo pijama de Gustavo cuando tenía sus quince años.

Un largo pantalón negro y una olgada polera con el dibujito de la sonrisa de un gato negro.

Algo infantil, pero tomando en cuenta que es sólo para dormir, creo que está bien.

Dejo la ropa sobre la cama y comienzo a quitar mi traje, quedando únicamente en bóxers.

Quito la ropa de Bill y le coloco el pijama, al contrario de mi imaginación, le queda algo grande... En fin, Gus era un niño regordete.

Dejé las prendas de Bill en una de las esquinas de la habitación.

-¡Meowww!

Dí un pequeño salto al sentir que algo se restregaba en mi pierna izquierda.

-Bill... ¿Que hacés?

El gateaba a mi alrededor mientras se restregaba en mi cuerpo.

-soy un gatito... Dame mi lechita, la necesito para dormir.

En un momento me quedé en shock y con unas ganas inmensas de reír... No por qué fuera gracioso, los nervios me provocaban la risa.

Dejó de gatear y quedó frente mío, quedando de rodillas y levantado su mano, masajeando la erección que, involuntariamente, se estaba formando.

-Joder, no hagas eso.

-Meoww...

Al parecer, el lindo minino se encontraba caliente. Intenta bajar mi ropa interior, pero no se lo permito y tomó su mano con la mía, deteniendo su acción.

-si lo que quieres es leche, le pediré a la cocinera que te traigan un poco y...

-¿por que molestarla? Tu puedes darme un poco, directo en mi boquita.