18 : en brazos de geo.

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By Bill.













—¡vamos, Billyberto!, no tenemos todo el maldito día para desayunar, arreglarte y maquillarte.

Grita Sashel entrando a mi habitación sin tacto alguna.

—joder, ¡noooo!.

Digo en susurro a modo de reproche cuando abre las persiana y el solo golpea mi rostro. Me retuerzo en la cama y me tapó enterito con las sábanas.

Todo se queda tan en silencio de la nada.

Antes de poder destapar mi rostro, siento como si me aplicaran uno de esos movimientos de lucha libre desde la tercera cuerda.

—¡auhhh!, ¡¡¡SASHEL!!!.

Ella me toma de los hombros y me zarandea de forma brusca.

—si no quieres que tu prometido se casé con el cura, tienes que levantarte de una maldita vez.

<<jaja, mi prometido con, con... ¡Con el cura!... ¡Es hoy la maldita boda!>>

—¡joder!, ¡¿por qué no me despertaste antes?!.

Me levanto con un enorme brinco.

—es lo que te trataba de decir, tengo desde las malditas seis de la madrugada en tu puerta, una hora entera gritando tu nombre. Si no fuera porque tu pobre padre me abrió la puerta...

—¡no hay tiempo para charlas!.

Tras tomar mi bata, me metí a la ducha.












UNA HORA DESPUÉS.

—colócate el maldito traje de una puta vez.

—¡tene paciencia nena!.

—tenemos que maquillarte para poderte poner el maldito velo y llegar antes de las malditas nueve.

Terminé de colocar mi corbata corbata plateada.

—¡mas te vale maquillarme bien!.

Comenzó a aplicar tratamientos, cosméticos y a saber que tanto más en mi rostro.

Estaba nervioso... Feliz pero nervioso.















By Tom.
















Mi alarma sonó a las siete en punto, ni más ni menos. Aunque yo ya estaba despierto...

—señor... Le traje el desayuno.

Me pongo de pié y busco la toalla de baño.

—adelante. —bella abre la puerta y entra a paso lento para no tirar la comida. —dejala en la mesita de noche.

Comienzo a desnudarme.

Un carraspeo interrumpe mi acción. Al voltear, no veo a bella como siempre, sino, a una niña apenas mayor de edad.

—mi madre... P-pidio que la supliera la primera hora... Y-yo.

Me volteo sin ningún tipo de vergüenza, dejando mi virilidad a su joven vista.

Asiento en aprobación a sus palabras y me enredo la toalla a la cadera.

—¿es todo?.

La niña niega con su rostro sonroja dos y a paso tembloroso se aserca a mi.

—s-señor... Yo...

Su mano toca la toalla mal amarrada por la prisa.

—¿ocurre algo?.

El 𝗔𝗠𝗜𝗚𝗢 De Papá. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora