11 : ANILLO.

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By Tom.













Bill...

Bill es tan hermoso, un completo Ángel si es que piden mi opinión.

Él, relucía en perfecta divinidad sobre aquel sofa negro de mi Oficina, tan puro y en la pulcra belleza distintiva que el poseía.

Recostado bajo mi cuerpo, dando paso libre a mi ser, careciente por su persona, dejando a mi alma el besar sus labios.

Con mi mano derecha, apoyada a un lado de su cabeza, me permitía la serranía entre nuestros cuerpos. Mientras tanto, su pierna derecha, era enroscada por mi brazo izquierdo, posando la misma sobre mi cintura.

Dábamos tiernos e inocentes beso sobre los labios del otro.

Esto era nuevo para ambos, los dos viviendo nuestro primer y, talvez ,único amor.

Por primera vez, sentí lo bello de la libertad, sentía tener el cielo en las manos, dejando atrás las opiniones de los demás, pensando en mi felicidad por una vez en mi vida.

¿Que era ésto que sentía? Todo y nada a la vez. Quería llorar, y por esta ocasión, no por tristeza.

No existía nada para mi... Nada. No habían personas juzgando, no había un hijo en mi contra, no había un padre, loco por su pequeño, dispuesto a matarme si le hacía el minimo daño a su bebé. Nada.

Nada... Solo yo... Yo y el.

Eso sonaba fantástico.

—vamos, corazón. Hoy saldremos temprano, quiero que vallás a tu casa, y te arreglas bonito para mi.

—mmm~. —gimió en protesta. —¿por que no nos quedamos así otro ratico?.

Tomé su cuello, apretando un poco y dejé un largo beso en su boca.

Sonreí en medio del beso al sentir sus brazos enredar mi cuello.

—se lo que intentas, bebé. No funcionará en mi. Y para estar así, tenemos toda una noche por delante.

—jooo~... Tommy, todavía es tempranito... Te juro que si alcanzo a arreglarme si llego algo tarde a casa.

No. Definitivamente, eso no podía pasar. Tenía que llamar y hacer la reserva, buscar un buen anillo de compromiso, justo como el merecía... Y darme una ducha.

—lo se, pero de cualquier modo, necesito hacer unas cosas en casa y...

—¡voy con vos!

Mis ojos se abren de par en par. Imposible que me acompañe.

—no no. Tenés que verte impecable esta noche, quiero presumir al bello novio que me cargo. —Dije como excusa. —en la noche, te iré a recoger.

—vaaale... ¿A que hora?.

—Humm... ¿Te parece a las nueve con treinta?.

Besa mis labios con una sonrisa.

—Me parece perfecto.

Dando el último beso, el más largo y húmedo, limpié los restos de saliva mezclada con mi pulgar y me levanté de encima suyo.

—dale, entonces, yo te recojo.

Asiente y se pone de pie, camina mientras se reacomoda sus cabellos. Coje su bolso y abre la puerta, saliendo finalmente de mi officina.

Limpió mis labios con mi lengua.

El 𝗔𝗠𝗜𝗚𝗢 De Papá. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora