16 : permiso

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By Bill.












Llegamos en la Cadillac de Tom al trabajo, después de haber ido a su casa, y el día había sido increíble.

Ya teníamos media hora de retraso, pues, Tom no paraba de besarme apasionado.

—mhmm~... Mhg~... T-tom~

—¿qué ocurre, maüs?

Acaricia mi cadera, haciendo que mi piel estremesca. gustoso por el tacto cálido y aspero de sus manos, solo puedo jadear.

—b-bamos a... llegar tar- ahh~... Tarde.

—nene... —muerde mi cuello, y succiona mi piel con fuerza.— soy el jefe... Nadie te va a despedir.

—si p-pero... ¡Oh Dios! Ah-ahí~

Había levantado mi camisa, dejando mi pecho descubierto y su lengua se paseaba por mis pezones... Algunas veces, incluso los succionaba de forma taaaan placentera.

—listo. —dijo con una cara de satisfacción total. —ahora podemos irnos.

Deja un beso donde toma mi mentón, ambos abrimos las bocas y finaliza con una mordida en mi labio inferior, dejándome con ganas de más, hecho un desastre y él solo se baja.

—mierda...

Digo para mí mismo, pues, la sumisión, ya no me parece una mala idea.

Bajo de la Cadillac, él me está esperando fuera del edificio.

Cierro la puerta, acomodo mi ropa y cabello para finalmente, dar pasos algo temblorosos hacia su persona.

—¿listo, ratoncito?

Mis mejillas se calentaron y mi respiración se cortó por un momento.

—¡no me digas así en lugares públicos!. —Grité en susurros. —van a pensar mal.

Sonríe, mirándome como un completo enamorado.

Si... Definitivamente, él es el hombre más tierno y caliente en el universo... Y es mío.

—Entremos o llegaremos más tarde de lo que ya vamos.

Dijo.

Me da el paso para entrar a la puerta giratoria

Caminamos hasta la mitad del pasillo, pero antes de poder continuar nuestros rombos, me detiene. me toma de la cintura, enreda su mano en mis cabellos y me planta un beso hambriento, metiendo su lengua hasta el Fondo de mi garganta.

—Nos vemos, cariño...

Susurra en mi oído y sin esperar, camina al ascensor.

Miro a mi alrededor... Uno, dos, cuatro, Diez... Muchos pares de ojos puestos en mi.

—joder...

Corro a las escaleras y subí hasta el segundo piso.














DOS HORAS MÁS TARDE.

—ya me llegaron los rumores, belleza.

—¿rumores?.

Me acorrala entre su cuerpo y la pared blanca. Su mano toma con fuerza mi mentón e inclina mi cabeza.

—Si... Esas marcas... Fué él, ¿no?.

—¿de que estás...

—No te hagas el tonto... ¿Lo haces por su dinero? Puedo darte mas. No debes soportar a un vejete cuarentón como él.

El 𝗔𝗠𝗜𝗚𝗢 De Papá. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora