12 : discusión padre-hijo.

1K 92 11
                                        















By Tom.















Salí de aquella joyería, felizmente y casi saltando como niño pequeño.

<<¿Cuando fué la última vez que me sentí así de joven?>>

El amor, cambia sin dudas a las personas para bien.

Subo a mi auto negro y parto marcha a mi casa... Tenía demasiadas cosas por hacer.

Mientras conducía, llamé a uno de mis amigos. Un tipo de no más de treinta y seis años, le pedí que me consiga una reserva en su restaurante.

Milagrosamente, había una buena reserva en un lindo lugar privado, con una buena vista del anochecer que, milagrosamente, fué cancelada a último instante.

—gracias rich, te lo debo.

—mmm, no hay de que agradecer. Aunque me ofendió un poco que solo te acordaras de mi por esto... Se que es importante para tí y... Estoy seguro que no es más de lo que te debo yo a ti.

—sabes que no me debes nada.

Se escucha una suave risa del otro lado.

—en fin. Espero que alfin encuentres el amor que tanto te hace falta. Eres un tarro de miel, y espero que esa abejita sepa apreciarte.

Y finalmente, terminó la llamada.

















MINUTOS DESPUÉS.

Estacioné el auto y sin esperar mucho, lo primero que hize, fué tomar una ducha rápida.

Salí con una toalla enredada a la cintura. Preparé mi traje, me coloqué los bóxers, regué humectante en mi piel, me vestí y coloque los zapatos.

Tomando mi loción favorita, esa que solo utilizaba en momentos importantes, rosee en mi cuello, muñecas y pecho.

Mirando mi reflejo en el espejo, quería hacer algo con mi cabello pero... ¡No había tiempo para ello.

Tomé las cosa necesarias... Mi billetera, el móvil, llaves de casa y auto...

<<¡ROSAS!... ¡¿Como pretendo llegar con mi chico sin llevarle Rosas?!>>

El tiempo, avanza rápido, y yo no tenía un lindo ramo de Rosas para mi futuro Esposito.

Corrí escaleras abajo, directo a la puerta, pero antes de poder siquiera tocar la cerradura de esta, mi hijo me detuvo.

Me mira con ojos confundidos.

—¿a donde pretendes ir? Y... ¿Por que la sonrisa tan grande?

Más que un tono amable, era uno que reflejaba sarcasmo y, ¿como no? Disgusto total.

—no tengo tiempo ni ánimos para pelear.

—por favor. —dice en un tono incrédulo. —¡siempre tenés tiempo para todo! Hasta para meter a niños en tu cama.

Dí vuelta inmediatamente y lo miré a los ojos.

—No te permito...

—No trates de tomar el lugar de padre ahora mismo... ¿Pensaste como uno mientras se la metías a la persona que me gus...

Le tome del cuello de su camisa y lo estampé contra la pared.

—¡Callate! He sido más decente con él, de lo que lo has sido tú.

El 𝗔𝗠𝗜𝗚𝗢 De Papá. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora