lazos imposibles

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Un nuevo dia y Elizabeth despertó de su pesadilla con un sobresalto, su corazón latiendo con fuerza. El sueño había sido vívido: criaturas esqueléticas con espadas y armaduras la perseguían, pero, en el último momento, Thorne había aparecido para salvarla. A pesar de lo perturbador del sueño, se sintió reconfortada al recordar que Maris estaba allí con ella. Se levantó lentamente, intentando sacudirse el miedo, y salió al pasillo.

Al abrir la puerta, vio a Thorne de pie, vigilante como siempre.

-Buenos días, Thorne -lo saludó Elizabeth con una sonrisa, aunque todavía podía sentir el eco de su pesadilla.

-Buenos días, Elizabeth -respondió Thorne, su mirada seria pero cálida-. ¿Lista para comenzar el día?

-Sí, lista -respondió ella, agradecida por su presencia constante.

El grupo se reunió en el comedor. Marco y Brit, ya acostumbrados a su nueva vida, corrían hacia Maris y Elizabeth con gritos de alegría.

-¡Elizabeth! ¡Maris! -exclamaron los niños, abrazándolas con cariño.

Elizabeth y Maris devolvieron los abrazos con igual entusiasmo.

-Buenos días, pequeños -dijo Maris, sonriendo mientras les acariciaba el cabello-. ¿Dormiste bien?

-Sí, muy bien -respondió Brit-. Soñé que era una princesa.

-Y yo soñé que era un caballero -agregó Marco, sus ojos brillando con emoción.

Elizabeth y Maris rieron, encantadas por la inocencia de los niños.

-Entonces, princesas y caballeros, es hora de desayunar -anunció Elizabeth, llevando a los niños a la mesa.

Mientras tanto, Thorne estaba en una discusión habitual con el cocinero del palacio. Era un ritual diario que casi todos habían llegado a encontrar entretenido.

-Te lo he dicho antes, Thorne, ¡no puedes comer tanto pan! -exclamó el cocinero, agitando una cuchara de madera en el aire-. Necesitas una dieta equilibrada.

-Y te he dicho que no necesito lecciones de nutrición -replicó Thorne, cruzando los brazos sobre su pecho-. Dame más pan o cocinaré yo mismo.

-¡Tú no sabes cocinar! -respondió el cocinero, frunciendo el ceño.

-Entonces, esfuérzate más para que no tenga que hacerlo -dijo Thorne con una sonrisa ladeada, una chispa de diversión en sus ojos.

Elizabeth, Maris y los niños observaban la escena con sonrisas en sus rostros, disfrutando del entretenimiento matutino.

-Deberíamos hacer esto un evento oficial del palacio -murmuró Maris a Elizabeth, haciendo que ambas rieran suavemente.

Finalmente, el cocinero cedió y le dio a Thorne su ración adicional de pan, que él aceptó con una inclinación de cabeza.

-Gracias -dijo Thorne, regresando a la mesa para unirse al desayuno.

El ambiente en el comedor era cálido y alegre. Las mujeres rescatadas se habían adaptado bien a sus roles y estaban sentadas en otra mesa, conversando animadamente. Erik, aunque todavía recuperándose, se veía mucho mejor y estaba planeando las estrategias de entrenamiento con algunos de los soldados.

Elizabeth observaba todo con una sensación de paz. Se volvió hacia Thorne, quien estaba comiendo en silencio, y sonrió.

-Thorne, has hecho un gran trabajo con Marco -dijo ella-. Se ve mucho más seguro de sí mismo.

-Tiene potencial -respondió Thorne sin dejar de comer-. Solo necesita orientación.

-Y tú eres un excelente guía -agregó Maris, asintiendo.

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