ceremonia

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Al día siguiente, una ceremonia solemne tuvo lugar en el cementerio real. El lugar estaba reservado únicamente para los soldados que habían dado su vida por el reino. Las tumbas recién excavadas se alineaban, y las lápidas brillaban con las primeras luces del amanecer. Elizabeth, Maris, Thorne, el rey y Lydia estaban presentes, junto a otros miembros de la guardia real y del servicio.

Después de la ceremonia, mientras las últimas palabras de respeto eran dichas, Elizabeth, Maris y Thorne se alejaron un poco para hablar en privado.

-Hicieron un gran sacrificio por nosotros -dijo Elizabeth, con la voz temblorosa.

-Sí, y siempre los recordaremos -añadió Maris, con lágrimas en los ojos.

Thorne, con una expresión más seria de lo habitual, miraba fijamente las tumbas. Algo dentro de él se sentía diferente, pero no lograba comprenderlo del todo.

-No entiendo qué es esto que siento -dijo Thorne finalmente, con un tono de voz bajo. -Es como una... presión en el pecho.

Elizabeth lo miró, reconociendo su lucha interna.

-Podría ser decepción, Thorne -dijo suavemente. -Es normal sentirse así después de perder a alguien, especialmente cuando crees que podrías haber hecho más para salvarlos.

-Hiciste todo lo que pudiste -añadió Maris, poniendo una mano en el brazo de Thorne. -No puedes salvar a todos, aunque lo desees.

Thorne asintió lentamente, tratando de procesar sus palabras.

-Siempre he pensado que la fuerza y la habilidad en combate eran lo más importante -dijo. -Pero ahora veo que proteger a los demás también implica aceptar que no siempre puedes evitar las pérdidas.

Elizabeth sonrió con tristeza.

-Es un doloroso recordatorio de que somos humanos, Thorne. No eres solo un guerrero, también eres una persona con sentimientos, aunque te cueste aceptarlo.

Thorne guardó silencio por un momento, mirando de nuevo las tumbas.

-no importa, mi prioridad siempre será usted, princesa.

Elizabeth le responde con una calida sonrisa sin añadir nada más

Thorne seguía mirando las tumbas, no solo las nuevas, sino las cientos de tumbas alineadas en el cementerio real. Mientras observaba, pequeños flashbacks de sus propias experiencias en la guerra invadían su mente: imágenes de sus hombres cayendo en el campo de batalla, de gritos y del olor a sangre y pólvora.

-Si hubieran sido más fuertes, esto no habría pasado -dijo Thorne en voz baja, su tono carente de emoción.

Elizabeth y Maris lo miraron, comprendiendo que no hablaba desde la maldad, sino desde una perspectiva dura y entrenada que le había sido inculcada.

-Thorne, no es cuestión de fuerza únicamente -dijo Elizabeth suavemente. -Todos lucharon con valentía, dieron su vida por algo en lo que creían.

Maris asintió, añadiendo:

-La fuerza no siempre es la respuesta. A veces, la mayor fuerza está en aceptar nuestras limitaciones y aprender a vivir con nuestras pérdidas.

Thorne no mostró ninguna emoción mientras hablaban, pero sus palabras parecieron resonar en él. Los flashbacks de sus hombres muriendo, el peso de la responsabilidad, todo eso lo había moldeado de una manera que era difícil de cambiar.

-Entiendo lo que dicen, pero es difícil ver más allá de lo que siempre me enseñaron -respondió Thorne, su voz aún sin inflexión.

Elizabeth puso una mano en su brazo.

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