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< Capítulo 15: El Principito (2) >

Lucía Barton, la ilustradora de "El Principito", había pasado recientemente por momentos difíciles.

"¿Un dibujo de un zorro extendiendo los brazos para un abrazo...?".

"Sí, en efecto. El cliente promete una generosa recompensa. Apoyo ilimitado para sus actividades creativas si lo necesita".

Los clientes adinerados empezaron a solicitar dibujos de animales deformes, en concreto, de un zorro parlante, junto con ofertas de patrocinio.

Todos deseaban una cosa: más dibujos del zorro.

Recibió cantidades de dinero nunca vistas.

"Pero ni siquiera soy pintora profesional...".

"¿No fue usted el ilustrador de la novela 'El Principito'?".

"Bueno, eso fue sólo porque tuve la oportunidad de participar en una obra de un autor al que respeto...".

La cuestión era que, para empezar, Lucía Barton no era una artista profesional.

Disfrutaba leyendo "Dr. Jekyll y Mr. Hyde" y se presentó a un concurso de ilustración, lo que la llevó a aceptar una petición para ilustrar otra obra del mismo autor.

"No puedo aceptar tanto dinero... No soy tan buena artista, la verdad...".

"Por favor, acéptelo. Si crear la obra es demasiado difícil, al menos puedes aceptar el dinero del patrocinio".

Cuando participó en el trabajo de ilustración, pensó que sería una experiencia interesante.

Por eso la situación actual, en la que le llovían los patrocinios y las solicitudes de ilustración, le parecía increíblemente abrumadora.

"¡Primero le preguntaré al autor!"

Lucía huyó.

Al lugar donde todo empezó, la editorial Kindersley.

* * *

Al visitar la editorial, se enteró por boca del presidente Dorling de que el ilustrador lo estaba pasando mal.

"¿Es así?"

"Sí, el ilustrador parece estar muy preocupado".

El arte siempre ha estado dominado por los ricos.

Papas, nobles, realeza, comerciantes...

Y en este mundo, había otra categoría de "individuos ricos".

"Los patrocinadores deben ser hombres bestia, ¿verdad?"

"Aunque expresaron su intención a través de un agente... Sí, probablemente."

Hombres bestia.

También conocidos como medio-humanos, eran una clase discriminada dentro del Imperio.

No podían unirse a la asamblea ni ostentar títulos.

Pero debido a que eran discriminados, tenían una fuerte solidaridad interna. Basándose en esta solidaridad, se dedicaron a negocios como la usura y la minería, ganando enormes cantidades de dinero.

Tenían mucho dinero pero carecían de honor. Si pudieran comprar honor con dinero, no dudarían en gastar millones.

Así eran los hombres bestia.

"¿La Sra. Lucia Barton no tiene intención de continuar con sus actividades artísticas?".

"No lo parece... Parece que sólo está abrumada por el exceso de patrocinios, ya que sólo dibujaba por afición...".

Sobrevivir Como Plagiario En Otro MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora