Padre, He pecado ∆ Wenclair

XIX confesión: Risitos de oro.

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Su aliento y lengua chocaban contra la piel ajena, dando suaves lamidas, concentrada en la punta, sus labios de vez en cuando dejaban besos a lo largo, mientras mantenía el ritmo de su trabajo, una mano le ayudaba, subiendo y bajando incesante, llena de los fluidos que chorreaban y se esparcian junto a su saliva.

No se imaginaba a si misma haciendo algo como eso, para ese punto, se había hecho a la idea de que lo único estable en su vida era esa extraña relación que mantenía con la sacerdotisa, tenía amigos, había estado en algunas relaciones, más por beneficio que por amor, pero esto era diferente.

No tenía a alguien a quién llamar familia...

Así que cuando deslizó con precisión el miembro de Wednesday dentro de su boca, y su mano libre apretó el muslo de la morena debido a la falta de aire, supo que era el lugar al que pertenecía ahora, y era lo mas cómodo que había conocido.

- Cuidado con...los dientes... - La azabache colocó su mano sobre el sedoso cabello de Enid, solo un apoyo, no había resistencia, la misma chica terminó por sacarlo de su boca, más sin detener el trabajo manual.

- Perdón...es que apenas puedo...meterlo un poco - No le importó para nada el ahora estar de rodillas frente a la persona que consideraba más insoportable en el mundo.

Porque sentir su mano acomodar aquellos mechones de cabello que se pegaban a su nuca debido al sudor, sosteniendolo alto mientras ella le hacía una felación lenta y delicada, era la mejor sensación que podía sentir.

Se había engañado a si misma pensando, que si Wednesday recibía amor, quizás sería capaz de darlo.

¿Cómo llegamos a eso?.

Hace nada estaba odiando cada pequeño aspecto de la azabache, incluso su sola existencia, pero ahora estaba cómoda, incluso algo necesitaba de ella.

Primero lo consideró un deseo bruto guiado solo por la urgencia de ser de mera utilidad para evitar ser desechada, pero algo...algo en las acciones de Wednesday lentamente fueron cortando esos pensamientos y actitudes de raíz, y dentro de poco se volvió servicial y atenta, disfrutaba su compañía, aunque no tuvieran de que platicar y solo se mantuvieran en un silencio cómodo durante toda la noche, realmente estaba bien para ella.

- ¿Ya te vas a...venir? - Abrió su boca, dirigiendo la punta justo hacia ella, continuaba bombeando con algo más de fuerza en cuánto lo sentía palpitar contra su mano, sacó un poco su lengua, hasta que la primera línea de semen fué disparada directo a su garganta.

Entrecerró sus ojos al sentir una tras otra, uniendo sus labios al glande de la morena para que nada cayera en la alfombra, todo a su boca.

Se aseguró de tragar, unas cuatro veces quizás, antes de separarse y notar que aún seguía duro en su mano, recuperándose incluso.

- ¿Que haré contigo si tienes tanta resistencia? - Aunque parecía una queja no lo era, la verdad era algo alentador saber que podía mantenerla dura durante horas, sería decepcionante no ser una fuente de estímulo o tentación sexual para Wednesday.

"𝕾𝖊𝖗í𝖆 𝖚𝖓𝖆 𝖕𝖊𝖓𝖆 𝖓𝖔 𝖘𝖊𝖗 𝖓𝖊𝖈𝖊𝖘𝖆𝖗𝖎𝖆"

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