|| Capítulo 1 ||

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3 años después...

La noche era fría, a pesar de que el invierno había llegado a su fin, aún se sentían esas heladas noches en Jinyowon. Aquel lugar que alguna vez fue un hermoso prado, elegante y cálido se había convertido en la presión de dos bellas chicas.

Las hijas mayores de los Jin, quienes habían regresado de la muerte: Jin Bu Yeon y Jin Da Yeon.

Mientras que Bu Yeon era gentil, condescendiente, y obediente ante los deseos de su madre, Da Yeon era nebulosa, ya nadie se preocupaba cuando desaparecía, era como una sombra, rápida y sigilosa, de todas maneras ella siempre volvía, pues su mayor debilidad se encontraba encerrada en el anexo.

Como cada tercer día de cada mes, el alcohol para los rituales en Jinyowon era entregado, y el joven trabajador que entraba a Jinyowon por agua llevaba consigo el pedido de cierta chica de ojos dorados.

-¿Lo trajiste?. -preguntó la pelinegra estendiendo su mano, al joven quien admiraba su belleza.

-Fue difícil lograr engañar a su hermana señorita, pero aquí esta. -respondió el chico sacando un pequeño tantō (cuchillo japonés).

La cara de Da Yeon se iluminó al ver su tan esperado cuchillo, que parecía una pequeña espada. En cuento lo tocó una extraña sensación le invadió el pecho, ella siempre mostró ser buena con espadas y cuchillos, incluso mejor que cualquier sacerdotisa en Jinyowon, aun sin recibir entrenamiento, era con un talento nato, uno de sus tantos talentos.

-Gracias, prometo algún día recompensarte. -dijo Da Yeon

-Señorita, ¿para qué quiere ese cuchillo?

La mirada de Da Yeon, fija e implacable, parecía atravesar la piel. Él sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

Sus ojos dorados, helados como el acero, no parpadearon ni un segundo. No había rastro de compasión, solo una determinación férrea y una amenaza latente. Parecía que con solo mirarlo, ella pudiera arrancar de raíz su voluntad, doblarla a su antojo.

-Yo... no debí preguntar.

-No mataré a nadie. -habló Da Yeon. -Aún.

En los labios de la pelinegra se formó una sonrisa, qué dejó helado al chico. Ella pareció notar la tensión que le había ocasionado.

-Es una broma. -dijo ella. -Oye, solo quiero entrenar.

-Pero hay muchas espadas en Jinyowon, las sacerdotisas llevan una.

-Pero yo no soy cualquier sacerdotisa. Deberías irte, te meterás en problemas si te ven hablando conmigo. -le advirtió Da Yeon

El joven asintió, y como despedida hizo una reverencia, yéndose del lugar con muchas preguntas que jamás tendrían respuestas, empezando por el nombre de aquella hermosa chica.

Alquimia de Almas: DESTINO (Jang UK) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora