Capitulo 12 "Adios"

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Decir adiós, debe ser de las cosas más difíciles en la vida

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Decir adiós, debe ser de las cosas más difíciles en la vida.

Las personas cambian.
Las relaciones se desgastan.
Todo se va.

Y a veces mantener algo, duele más que dejarlo ir.

Soy consciente de que cometí muchos errores con Max y mi mayor error fue traicionarlo, jamas voy a esperar que el me perdone...

Pero nuestra relación ya estaba rota desde antes, desde que permití el primer insulto a mi persona, desde la primera vez que me alzó la voz y permití poner sus intereses sobre los míos.

No es nada fácil irse a la primera. Todo ser que no ha experimentado perdonar una y otra vez a su pareja, jamás entenderá lo difícil que es irse.
Pero para todo llega un tiempo.

—y entonces, eso es todo.—finalice. La cara de Daniel lo decía todo, estaba horrorizado al oír cada palabra que salía de mi boca.

La última vez que ví a Dani, fue al empacar todo para mudarme, habíamos estado lejos aproximadamente dos o tal vez tres meses ya.

—¿Por qué no me dijiste nada? Habría podido ayudarte. Nunca me agrado ese idiota...—arrojo una piedra al lago que estábamos presenciando.

Así es, estoy en CostaLuna. Necesitaba un tiempo fuera de la nueva ciudad, tal vez estar aquí me ayudaría a estabilizar mi mente.
Entonces, hablé con mamá y le pedí al señor Montero que me trajera aquí, con la excusa de “buscar inspiración para mis canciones”, para no molestar a mi madre con su ocupada agenda.

Ese hombre ha sido de gran ayuda últimamente, pero se que pronto se cobrará todos los favores que le he pedido y el pago será la revelación del rostro de Dyblack.

Solo me quedaré un fin de semana, pero es suficiente para mí.

Al llegar lo primero que hice fue buscar a Dani. Ahora estabamos frente a uno de los tantos lagos que posee CostaLuna, recostados en el cofre del auto de Daniel.
Un Volkswagen tipo uno de color amarillo, todo un clásico.

—te juro que estaba por terminarlo, si no hubiera aparecido de la nada, todo habría sido más fácil...—copie su acción de arrojar una pequeña piedra al lago.

—¿Y esa que te sigue a todos lados?—Dani señaló a Miriam, mi jefa de seguridad, el señor Montero insistió en darme un equipo de seguridad. Míriam estaba observando a lo lejos.

Aun que no podía decirle la verdad a Dani por más que quisiera, aún que no quiero, no estoy lista para que esté secreto sea conocido por alguien. —seguridad. Mamá insistió en la seguridad para que pudiera venir—comuniqué.

—entonces, por fin, ¿Lo terminaras?—cuestiono Dani, yo asentí.

—no quiero más de esa porquería... Estoy harta.

Dani sonrió satisfecho.—¿Y el tal Aleck, volverás a verlo?—yo negué con la cabeza.

—el solo quiere que seamos amigos... Yo no, no puedo ser solo su amiga, quiero más que eso...

Dani parecía emocionado. Intente esperar a que el mismo se explicará.—oh por dios... Drama total... Es un amor prohibido...—yo rei ante sus ademanes.—despega la cabeza de tus libros, friki—le di un pequeño golpe en el hombro.

Daniel era un amante de la lectura. Y no quiero imaginar todo el mundo que hay en la mente de una persona lectora.

[...]

Suspiré antes de tocar la puerta. Era la puerta de la habitación de Max.

El fin de semana había terminado. Ya estaba de vuelta en la cuidad capital.
Era el momento de terminar por fin con todo lo relacionado a Max.

Honestamente, tenía más miedo del que me gustaría admitir.
Daniel insistió en venir conmigo, para asegurarse de que todo fluyera de la mejor manera posible.

Podia sentir el sudor frío recorriendo mi cuerpo y el cascañeo de mis dientes exponiendo mis nervios. Dani se encontraba en la parte baja de las escaleras principales.

Apenas Max abrió la puerta, no hizo más que dedicarme una expresión de sorpresa total.

—ah... Ya llegaste—Max parecía algo cansado.

—¿Puedo entrar?—intente sonar lo más segura posible. Max asintió.

Al entrar a su habitación, note que la puerta del armario estaba totalmente destruida, era de madera, lo cual hacía que por todos lados hubieran astilladas.

Mi expresión fue suficiente para que Max soltará una risilla sinica. —fue un pequeño desliz. Cuando me enteré de que mi novia, se fue todo el fin de semana de la cuidad y no menciono una palabra de ello. Tenía que encontrar una forma de soltarlo—hizo un ademán extraño al terminar de hablar, para después encender un cigarrillo.

Tiene suerte de ser atractivo, de lo contrario, se vería realmente horrible ahora mismo. Su cabello despeinado y su rostro que obviamente necesita un par de horas de sueño lo hacían ver terrible.

—mi madre te dijo que no fumaras dentro de la casa...—dirigi la mirada al otro lado de la habitación, notando que habia mas de un condon en el suelo. —¿Que mierda es esto?—nisiquiera lo pensé y ese comentario salió de mi boca.

Max volvió a reír al notar a lo que me refería.—un par de chicas, digo, si ya fui traicionado, ¿Por qué no estar a mano, Emmi?

Detestaba que me llamara Emmi. Trague saliva, ya era mucha introducción, al grano.

—Max, debemos hablar...—murmure. Max dejo su cigarrillo de lado y se acercó a mi.

—te escucho, Emmi—me dedico una sonrisa inocente.

—Max... Hemos estado juntos durante bastante tiempo... Has sido un gran amigo durante este tiempo... En verdad, tu ¿Sigues enamorado de la Emma que conociste?

La expresión de Max se volvió sería y fría—¿Y eso que más da?

—tenias razón... Ya no soy tu Emma. No quiero pasar todo el tiempo discutiendo, dudo que tú si quieras eso...

—¿Estás terminando conmigo?—me tomo de los hombros, mi cuerpo se tenso. —¿Es por ese idiota, verdad?—tomo mi rostro entre sus manos con brusquedad.—¿Volviste a verlo, tonta?

—¡Suéltame!—intente safarme del agarre de Max. A este punto ya había tomado mi cuello entre sus manos y estaba ejerciendo una presión considerable.

—¡Eres una idiota! Todo lo que hice, por ti. ¿Y este es el pago que recibo?—me soltó y camino hacia el otro lado de la habitación. Dió un fuerte golpe a la pared, lo que me asustó bastante.

—Max... Comprende, lo nuestro ya no funciona...—mencionar eso solo hizo que Max se acercara a mi, para luego golpear mi cara.

Después de eso, siguieron una cantidad de golpes en distintas zonas de mi cuerpo.

No logré hacer más que lloriquear e intentar frenar los golpes.

Max me tiró al suelo y las heridas que ya me había provocado solo se hicieron más graves al caer. Las astillas del armario se encajaron en mi piel, provocándome más dolor.

Solo logré oír los gritos de Max, con frases como “lo arruinaste todo”, “eres una zorra”, “maldita perra”.

Después de eso, mi mente se nublo.

Casette Sobre Casette #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora