lección dos.

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Al día siguiente, JiMin salió de su salón en dirección al aula que Tae y él usaban para estudiar, molesto ya que no había conseguido ninguna especie de recompensa que ofrecerle al chico a cambio de su atención completa.

Le había preguntado a JungKook a ver qué se le ocurría, pero el chico solo había dicho: «Um, Tae-ah es virgen de “ahí”» y Park no quiso seguir escuchando más. Como si le interesara que TaeHyung ya se haya metido algo en el culo. ¡Ser gay no significa que a él le interesarían esas cosas siempre, por Jesús!

En fin, lo mejor sería preguntarle a él directamente.

Entró al salón justo cuando el pasillo terminaba de vaciarse. Probablemente estarían ellos con los obreros solamente. El directivo solía irse temprano los martes.

Le sorprendió encontrar a Kim ya ahí, sentado sobre una de las mesas con una paleta en la boca. Él miró a Park apenas abrió la puerta, saludándolo con una mano. JiMin cerró la puerta y dejó sus cosas en el suelo, corriendo la silla para sentarse tras devolverle el saludo. El chico se paró y corrió otra mesa para juntarlas, y luego se sentó en una silla, bastante pegado al mayor.

—Escuche que hyung jugó tenis hoy —dijo Tae, observando al otro sacar su libreta y libro de historia.

—Así fue.

—De seguro te ves muy guapo haciendo deporte, me gustaría ir a verte alguna vez.

JiMin miró al de tez morena directamente, tratando de preguntar en silencio “¿Qué rayos?”.

Tae solo se encogió de hombros, como siempre.

—¿Qué? —le cuestionó al mayor, el cual se tomó un momento para responder.

—...Nada. ¿Repasaste lo que trabajamos ayer?

—Ehm, no. ¡Pero antes de que me regañes, tengo una muy buena razón!

—Tú tienes una razón —redundó JiMin, apoyando su mejilla en la palma de su mano para escuchar la nueva y magnífica excusa del menor.

—¡Sí! Verás, deje la hoja de prácticas sobre el televisor mientras me iba a bañar, no me fije que había una silla justo al lado que alcanzaba el mueble. Entonces cuando volví-

—Déjame adivinar —dijo, volteando los ojos—. Se la comió tu perro o algo así.

TaeHyung se rió, dándole una palmada en el hombro.

—¡Qué cosas dices, hyung! Yo no tengo perro —dijo risueño—. Se la comió mi hermano, BeomGyu. ¿Recuerdas que te hable de él?

Park soltó un suspiro. No puede ser.

—Como sea, empecemos entonces —indicó ubicándose en la página correspondiente. Leyó lo que decía—. Dijimos que la momificación era un ritual que originalmente solo era permitido para faraones y figuras que-

—¡Uhm, chicle de fresa! —exclamó Tae con alegría, tras haber llegado al centro de la paleta.

JiMin cerró el libro de golpe, sobresaltando a TaeHyung.

«Cuenta hasta cinco, JiMin» se recordó con la cejas temblando «Vamos, recuerda que no puedes tener arrugas en tu bello rostro. Dale, hasta cinco».

—Hyung, ¿está bien? Luce como si estuviera estreñido —señaló nervioso.

«Que sea hasta veinte»

—TaeHyung —resopló, mirando al chico con molestia—. Quiero hablar contigo sobre las lecciones.

Kim asintió, mirándolo con atención. JiMin casi se sintió gracioso por eso: si tan solo fuera así de fácil atraer su concentración todo el tiempo.

lecciones y mamadas › pjm & kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora