lección diez.

73 10 2
                                    

Los labios de TaeHyung eran suaves y delgados, era como estar besando una nube, porque, además, el chico no estaba ejerciendo presión desde hace unos segundos, cuando recién había reparado en que se había arrojado a su boca para robarle un beso a JiMin.

Por su parte, no sabía ni qué hacer con las manos, ni con su boca. No sabía cómo detener el ritmo acelerado que había cogido su corazón cuando pudo procesar que estaba besando a TaeHyung. Todo era confuso, y JiMin se sentía inexperto en ese momento, a tal punto de sólo poder mirar a los ojos de Kim, que, asimismo, lo miraba fijamente, como si los dos estuvieran esperando que el otro reaccionara. Menos mal el menor se apartó primero. Park no creía que su cerebro fuera a funcionar todavía.

—Ji-JiMin —titubeó, todavía con esa expresión de completo impacto—. Oh, Dios santo. ¡Yo-yo lo siento muchísimo! —hizo una reverencia, quedándose así por unos segundos mientras soltaba miles de disculpas—. ¡Lo siento, lo siento, lo siento! Me dejé llevar p-por la escena... Joder, ¿qué me sucede? ¡Lo lamento! —chilló antes de enderezarse, tomar su bolso y hacer ademán de salir corriendo.

JiMin reaccionó tomando su brazo y apegándolo a sí mismo. Tae jadeó cuando sus pechos se tocaron, mirándolo con las mejillas rojas y los labios temblando. El mayor sentía su propia respiración entrecortada, sus neuronas trabajando como una locomotora. No estaba seguro de qué hacía, a lo mejor y justo como TaeHyung dijo... se estaba dejando llevar.

—¡Hy-Hyung! Suélteme, por favor —suplicó agachando la cabeza—. Lo lamento, enserio. Entiendo si ya no quiere...

Harto de tantas disculpas, tomó sus mejillas y juntó sus labios de nuevo, dándole así un beso de verdad, con movimientos suaves y tranquilos, acompañados por su lengua tímida que estaba tanteando los dientes de Tae, en busca de que abriera la boca y lo dejara entrar.

El menor soltaba ligeros suspiros y apretaba la tela de su camisa, al principio tratando de separarse y al siguiente segundo intentando corresponder de forma insegura. No fue hasta que JiMin le dio una ligera mordida en el labio inferior, que Tae captó su mensaje y dejó que la lengua entrara en su boca, juntándose con la suya y obteniendo ligeros sonidos húmedos cada vez que Park juntaba sus labios de nuevo.

Joder, joder. Era el mejor beso de su puta vida, y ni siquiera estaban siendo apasionados. JiMin no entendía qué demonios estaba pasando con su cuerpo que reaccionaba como si fuera un primerizo y casto niño de doce años, sólo exigiendo tocar piel, besar, penetrar... quería... necesitaba.

—Ponte de rodillas —exigió separándose, dando lamidas al labio superior de TaeHyung, sintiendo los jadeos contra su barbilla.

—¿Ro-rodillas? —balbuceó perdido.

—Este fue tu premio por la lección, Tae, pero ahora necesito que me compenses tu atrevimiento —murmuró contra su boca, dejando un beso corto en ella—. De rodillas —repitió.

Tae lo miró a los ojos unos momentos antes de asentir y dejarse caer. JiMin amó verlo así, encontrándose de pie, se sentía incluso más poderoso que la vez en su casa, viendo al niño expectante mientras se desabrochaba el pantalón y bajaba su pretina, sacando su miembro flácido de la ropa interior. El menor soltó un ruidito al ver cómo Park se acariciaba, lamiéndose los labios con antelación.

—Haz lo que quieras, bebé. Te lo encargo —dijo traviesamente.

Kim no tardó nada en remplazar su mano con las suyas, bombeando con la piel del prepucio bien sujeta, mirando con devoción sus propias acciones. JiMin se apoyó del escritorio que estaba atrás de él, atento a todo lo que TaeHyung hacía.

Deduciendo que una paja no sería suficiente para ponerlo duro, Tae bajó hasta la bolsa escrotal y alojó los testículos en su boca, succionando primero uno, luego el otro, y finalmente, los dos al mismo tiempo. JiMin soltó un suspiro, las mejillas calientes y la excitación subiendo a mil ante semejante vista. Kim se veía bien con la nariz rozando la base de su pene, sus manos acariciándolo mientras chupaba sus bolas. Era... wow.

lecciones y mamadas › pjm & kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora