lección once.

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JiMin despertó la mañana del martes con la flojera a millón. Se levantó bostezando y, sin ni siquiera cepillarse los dientes ni nada, bajó hasta la cocina, donde ya estaba Lisa cocinando waffles para el desayuno con una canción de One Direction sonando en la radio. Él la miró todavía atontado antes de tomar asiento en uno de los taburetes que habían alrededor del mesón y quedarse con los ojos perdidos en la nada. Su hermana se dio cuenta en ese momento de que estaba allí.

—Buenos días.

—Mmm, buenos días —respondió desganadamente.

Lisa se puso una mano en la cintura y lo estudió cuidadosamente, luego una sonrisa burlona se instaló en su boca.

—Tienes cara de simio desorientado —lo molestó—. ¿Puedo saber por qué no has tomado un baño?

—No tengo prisas —Se tapó la boca para cubrir el largo bostezo que soltó.

—Ya. Oye, papá y mamá llamaron anoche —comentó volviendo a la cocina, batiendo la mezcla para los waffles—. Dijeron que les gustaría que contestaras al menos una vez.

—Siempre llaman a la hora que estoy haciendo mis tareas, no voy a dejar eso para preguntarles cómo están si tú puedes hacerlo por mí.

—Encantador. Como sea, dijeron que vendrían mañana, llegaran por la tarde.

JiMin dio un par de segundos a su cerebro para asimilar aquello, luego miró a Lisa con el ceño fruncido.

—¿Pasó algo en Kantō?

—No, pero deben arreglar unos asuntos aquí en Corea para poder mudarse por fin —explicó, tomándose una ligera pausa—. Papá me volvió a preguntar si nos gustaría irnos con ellos —añadió después, ocasionando una risa divertida en JiMin.

—Ah, ¿sí? Asumo que les dijiste lo obvio.

—Les dije que yo no quería irme, los cursos y mi trabajo son motivos suficientes para quedarme. Luego me dijeron que te preguntara, papá insistió, pero les recordé que tú no tenías intenciones de irte con ellos, que preferías mudarte con JiHyun.

—Ir con él suena mucho mejor que vivir por quién sabe cuánto tiempo en Japón. Papá debería dejar de hacerse ilusiones —suspiró—. ¿Por cuánto tiempo estarán aquí?

—Se van el lunes en la mañana.

—¿Estarán el fin de semana? —gruñó para sí mismo, disgustado.

Lisa, consiguiendo escuchar lo que dijo, lo miró por encima de su hombro.

—¿Algún problema con eso?

Bufando, JiMin se puso de pie y subió a su habitación tras murmurar un "no". Fue directo al baño a tomar una ducha y cepillarse los dientes, se puso el uniforme y guardó las cosas en su bolso, bajando de nuevo sin ni siquiera peinarse. Lisa y él desayunaron con comentarios triviales por encima, incluso Lisa le preguntó sobre Tae, a lo que él respondió cualquier cosa.

—Puedo llevarte hasta el instituto —Ella mencionó cuando JiMin se disponía a salir—. No tengo prisa por llegar al trabajo, así que me queda de paso —tomó las llaves de su moto y su bolso—. ¿Está bien? ¿O te da pena que tus compañeros vean que tu hermana te lleve a clases? —Definitivamente Lisa había amanecido de muy, muy buen humor.

—Siempre que me dejas en el colegio empiezan a silbarte. Sólo te gusta llamar la atención —rodó los ojos. Abrió la puerta y salió junto a su hermana hasta la motoneta blanca que sus padres le regalaron cuando cumplió la mayoría de edad. A JiMin le prometieron una igual.

—Tú no tienes pruebas de eso, así que... —le guiñó el ojo—. Por cierto, ¿a qué hora llega BaekHyun?

JiMin volvió a rodar los ojos.

lecciones y mamadas › pjm & kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora