lección catorce.

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TaeHyung no quería considerarse masoquista, de verdad que no. Mucho menos siendo que era la primera vez que tendría sexo. Pero no sabía cómo describirse a sí mismo siendo que estaba gimiendo y retorciendo las caderas contra la mano de JiMin, empalándose a sí mismo en su dedo a pesar del fuerte dolor que estaba subiendo desde su coxis hasta su columna.

Era extraño, era un dolor muy extraño. La quemadura dentro de sí mismo se incrementaba con cada movimiento del dedo del mayor, mismo que pronto fue acompañado por dos más. El pequeño agujero de Tae se resistía a la intromisión, sus paredes apretaban con fuerza los dígitos, todos los músculos de esa zona tensos por lo que era la primera vez que tenía algo en su culo.

—Relájate, TaeHyung —instruyó JiMin, comenzando a abrir los dedos lentamente. El interior del menor quemó, sensaciones abrumadoras instalándose en su pecho y saliendo al exterior en forma de un fuerte gemido de angustia y confusión.

—¡J-JiM- ahh —Se tapó la boca, mordiéndose los nudillos para tratar de distraerse.

Park lo miró atentamente, inclinándose para besarle la frente, las mejillas y finalmente en su nariz, sin dejar de encoger y estirar sus dedos dentro de su ano, acariciando hasta que finalmente los músculos comenzaron a ceder, abriendo paso para entrar más profundo.

Era un dolor muy raro, porque Tae no podía pensar en pedirle a JiMin que sacara los dedos, sólo deseando seguir, más, más...

Notó que el mayor descendía nuevamente, dejando lamidas en su vientre, a lo largo de su miembro semi-duro, hasta llegar a su perineo otra vez y empezar a pasar su lengua ahí nuevamente, rozando el punto dónde sus dedos estaban hundidos y subiendo hasta sus testículos, enviando cosquillas hasta sus pies y oleadas de calor por el resto de su cuerpo. Tae gimió sin más remedio, apretando otra vez su trasero por el intenso placer que lo golpeó de golpe, mezclándose con el dolor para crear una sensación mucho más abrumadora.

Conforme las embestidas de sus dedos se hicieron más fluidas gracias a la saliva que se unió en su entrada, TaeHyung comenzó a mover las caderas otra vez, deseando más, más, mucho más.

—No seas impaciente —oyó que decía, con la voz ahogada por estar chupando esa zona en su culo—. Después de todo, va a dolerte de nuevo.

—E-eso no es de m-mucho consuelo, ¿sabes? —jadeó aturdido, apenas encontrando su propia voz.

Escuchó a JiMin reír.

—No es un consuelo, es una advertencia para que trates de calmarte por el bien de tu trasero. Mientras más relajado estés menos tiempo durarás sin poder sentarte.

—¿No podré sentarme? —Casi chilló, abriendo los ojos con temor.

—Si me dejas follarte como quiero, probablemente te cueste un poco —se burló, arqueando la punta de su dedo medio.

Tae gimió a la par que echaba la cabeza hacia atrás. Oh, Dios, imaginar el grueso pene de JiMin embistiendo dónde estaban sus dedos envió una corriente eléctrica por su cuerpo otra vez.

—Lección tres, las palabras y pensamientos sucios son una buena manera de distraerte —comentó, luego se rió—. Aunque creo que eso ya lo descubriste.

—M-más —balbuceó, sin poder prestar mucha atención a sus palabras.

Contrario a lo que pidió, los dedos se torcieron un par de veces en su interior antes de salir. Tae se quejó, trazando círculos con su cadera para exigir atención. El mayor suspiró, luego un sonido de algo rasgándose hizo que Kim abriera los ojos lentamente. Se estaba poniendo un condón, y untándose lubricante en su erección.

lecciones y mamadas › pjm & kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora