CAPITULO VIII
Naira y Alyssa no apoyaron su idea de acompañar a Hans por provisiones, incluso si iban con más personas o no. Tenía la ligera sospecha que era un acuerdo entre ambas que él no iba a poder entender, no obstante no iban a poder detenerlo. Sentía una fuerte necesidad de ayudar a quienes estaban dentro del subterráneo. Las pocas horas que estaba pasando dentro, tuvo la oportunidad de compartir un par de sonrisas y diálogos con los niños, quienes parecían aun esperar a sus padres o preguntarse porque estaban escondidos desde hace ya mucho tiempo; la típica conversación con los más inocentes no pasaba tampoco de la incomodidad que existía por las noches al cerrar los ojos. Por otra parte le tenían aprecio a Dumah, probablemente por el consuelo que podía llegar a darles cuando más lo necesitaban.
Andras no dirigía sus palabras a los demás acompañantes para la recolección de provisiones. Por su parte Arcadio solo contaba la presencia de tres hombres con la suficiente valentía como para dejar un lugar un poco más asegurado que los demás. Notaba que el tio de su amigo seguía sin mostrar su arma.
—No sé porque viniste Juno si luego vas a gritar a las paredes acerca de cómo no te ayudamos—Se escuchaban claramente las quejas.
—Claramente no pienso dejar que me vuelvan a traer comida de perro.
Hans simplemente ignoró su comentario. Ninguno de ellos se sentía listo al atravesar su única entrada y salida. Las únicas armas que llevaban sin contar las que realmente debían dar un resultado satisfactorio, no eran más que metal muy afilado y poca precisión de ataque. Era todo lo que tenían.
No llegó ninguna señal de luz a la que estaban acostumbrados a presenciar cuando llegaban afuera a respirar el poco aire puro recorriendo las calles. El ruido de la puerta fue tan silencioso como la primera vez que Andras y Arcadio entraron por ella. Notaron el material metálico que la componía, aun así tenia escasez de sonido.
El grupo se dirigió hacia la bodega del pequeño supermercado el cual había sido una víctima más del saqueo de los Hyera, pero llevándose esta vez a las personas que no esperaban un ataque en pleno día de compras monótono. Hans no parecía sorprendido del desastre que aún se mantenía desde la semana pasada, incluso la sangre en las paredes resultaba ser lo que menos le preocupaba; Andras y Arcadio por su parte tampoco se vieron demasiado afectados como Juno o el resto; quienes mantenían a la vista y el ambiente su total temor a los Hyera.
— ¿Desde cuándo vienen aquí?—Preguntó Arcadio. Había decidido no hacer ninguna pregunta en el trayecto de los quince o veinte minutos que se tardaron en llegar.
—Encontramos este lugar al cuarto día que pasamos dentro del subterráneo—Explico Hans.
—Es una suerte que sea un supermercado y no una bodega sin nada de valor—Dijo Andras observando las fechas de caducidad. Aunque eso no lo iba a detener.
—Supongo que fue parte del plan de los que vivían ahí antes que nosotros—Dijo Hans dejando que tomaran lo que fuera suficiente para sus manos y los zurrones de poca calidad para el peso que se necesitaba para ese cargamento.
—Juno. Deja esa estupidez—Se quejó uno de los hombres observando como Juno simplemente desperdiciaba el espacio en cigarros.
—Cierra la maldita boca. No sé tú. Pero yo necesito bajar el estrés
Hans ignoró su comportamiento.
— ¿No le dirás nada? Eres demasiado flexible—Preguntó Arcadio.
—Hoy somos más personas, no hay problema.
—Por cuanto tiempo—Susurro Andras. Ninguno de los presentes dijo nada.
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2° Hyera oscura profundidad
HorrorSin previo aviso, sin compasión, hemos tomado posesión de aquellos a quienes más nos temen. ¿Nos temen? Nos usan. ¿Nos desprecian? Se burlan. Los humanos habían pasado de ser una raza dominante a una raza pasiva. Una raza que ahora iba a temer de s...