CAPITULO XXV

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CAPITULO XXV

Las manos de Afrodita estaban completamente frías, la piel de sus piernas mostraban con facilidad sus venas, esta había adquirido un tono rojizo debido a la reacción de su cuerpo con el frío. Olvidaba cuando fue la última vez que sintió sus labios frescos y suaves, ahora solo estaban resecos y agrietados.

El camino seguía siendo largo y para ella hasta desconocido, tampoco intercambio palabras con Erebus, pero el Hyera se tomó la molestia de darle una lata de comida antes de cruzar por las primeras dos horas después de circular nuevamente por la ciudad en la búsqueda de sobrevivientes humanos para volverlos inmediatamente cadáveres. De sus ojos no podía lograr apartar su mirada de Angely, quien mantenía el mayor de los silencios. Le causaba desconfianza como lograba pasar desapercibida y de un momento a otro volver a estar cerca de ellos.

—Tomaremos el camino del este para llegar más rápido—Advirtió Angely seriamente.

— ¿Camino más rápido?—Preguntó Afrodita sin poder moderar el volumen de su voz.

—No hables si nadie te lo permite—Respondió con seriedad Angely.

—Angely—Advirtió sin mirarla Erebus mientras le daba la espalda al resto del grupo. Su concentración estaba enfocada hacia la superficie de un edificio no muy lejano, o eso parecía aparentar a cada uno de los presentes.

—Ya ha llegado demasiado lejos Erebus. ¿Cuánto tiempo tengo que seguir soportando su maldito aroma?

El resto de los Mediagenus mantenían una mirada fija hacia Angely.

—Parece que Angely tiene cierta molestia por la humana—Sonrió uno de ellos con perversidad. Afrodita parpadeó al menos tres veces más.

—Si no quieres perder de nuevo tu lengua, será mejor que moderes lo que vas a decir—Advirtió Angely.

Fue el silencio de Erebus lo que no les motivó seguir hablando y decir burlas hacia la Hyera fémina.

Angely notó la concentración del Bellator. Por otra parte tampoco era una novedad que Erebus pasará la mayor parte del tiempo en afonía.

—Huelo a humanos. Vayan al norte, diez kilómetros serán suficientes—Ordenó Erebus sin arrastrar la voz profunda que poseía.

Los ojos de Afrodita no fueron lo suficientemente rápidos como para percatarse que ahora se encontraba nuevamente sola con Erebus. No lograba sentir tranquilidad aunque Angely ya se encontraba lo suficientemente apartada de ella.

Se percató que el Hyera no le dirigía la palabra.

— ¿A dónde nos dirigimos exactamente?

—Creo que ya deberías saberlo. A Londres—Sus ojos no lograban encontrarse con los de él.

—No estamos yendo directamente a Londres—Erebus sonrió ante su declaración.

—Vaya. Yo siempre pensé que las humanas que viven de su físico solo sabían mirarse al espejo—Aquello no le causó gracia a Afrodita.

—No conoces a todas las humanas—Murmuro con seriedad.

—Solo me interesa conocer a las de mi especie. Son sensacionales.

— ¿Y porque a ella la tratas como si fuera basura?—Erebus entendió inmediatamente que se refería a Angely.

—No porque tengas talento, poder y un gran sentido de la orientación de la cacería, voy a tratarte mejor de lo que mereces.

—Lo dices como si tú fueras la gran voz de la razón. Eres como ella al final.

Por fin Afrodita logró observar con detenimiento aquellos ojos tan claros de Erebus. Su sonrisa parecía dibujarse sobre sus labios con otro propósito. Pero decidió no mostrar su temor a su tranquilidad.

2° Hyera oscura profundidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora