CAPITULO XVI

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CAPITULO XVI

Etienne y Arcadio mantuvieron en secreto su conversación. Samael tampoco lo había visto cuando salió del cuarto con la boca llena de sangre, sin embargo estuvo satisfecho y su respiración regulada lo suficiente como para continuar. Arcadio pensaba que estaba demasiado ocupado tratando de saborear lo que su cuerpo necesitaba como para ponerle atención al menor de ellos. Por otro lado Etienne decidió callarse y continuar con las horas que decidieron que tomarían antes de salir de la clínica.

Naira después de pasar algunas horas dormida, comía una barra nutritiva reseca y caducada, no obstante aún conservaba su sabor, no le replicó a Arcadio el abandono durante el descanso que se tomaron. Lo conocía lo suficiente como para saber que no se alejaría de ella sin un buen motivo.

Por otro lado Andras contaba las piedras de la Bluestone que aún le quedaban, no parecía preocupado.

—No pareces preocupado porque se te agoten—Dijo Etienne llevándose a su boca algunos cacahuates.

—Estoy preparado. ¿Cómo sabes que son la Bluestone?

—Una bala normal no va a la velocidad que esas piedritas. Sin embargo en estas circunstancias son más útiles que las balas.

— ¿Sabes de armas?

—Poco realmente—Etienne miro de reojo a Samael. Quien estaba solamente parado mirando hacia la puerta, posiblemente esperando que alguien se acercará y lo atacará.

—Debemos irnos a Londres—Anunció Arcadio luego de llenar sus bolsillos con algunas pequeñas bolsas de dulces, si bien habían acordado entre todos no ir muy cargados, debían mantener el azúcar en el cuerpo.

—Me muero de frío—Dijo Naira.

—La ropa que tenías era más abrigadora—Señaló Etienne.

—Apestaba—Gruñó ella. Samael en silenció señalo algunos abrigos dentro de un armario para las visitas. La puerta había sido desprendida, sin embargo no había manchas de sangre. Naira sin decir nada tomó uno de ellos. Pero no estaba dispuesta a darle las gracias a Samael, ya que ella misma pudo haberse percatado de dicho detalles.

—Bien. ¿A dónde iras?—Preguntó Andras a Etienne.

—A Londres—Aquella respuesta sorprendió a todos. Excepto a Samael.

—Creí que...—Arcadio no pudo continuar.

—No se emocionen. No somos un grupo, simplemente quiero ver cómo termina esto.

— ¿Qué ganarías con eso?—Preguntó con una leve risa Samael.

—Que si nos traicionas y espero que lo hagas para que me des la razón. Mis flechas atravesaran ese rostro horrible que cargas.

Samael por otro lado no pudo evitar mantener la sonrisa que ahora mismo portaba.

Arcadio sonrió agradecido.

—Gracias si bien no lo haces por ayudarnos. Esto nos relaja—Etienne rodó sus ojos. Andras observó con detalle sus reacciones.

—Podemos llegar a Londres en helicóptero. Pero el camino no es fácil.

— ¿Cuánto?—Preguntó Arcadio temiendo el tiempo.

—Dos días caminando. Quizás menos. Dependiendo de nuestra velocidad.

Arcadio observó inmediatamente a Andras, buscando su punto de vista, ya que se sentía demasiado lento para el rescate de Damián.

Por su parte Andras afirmó en silencio. Al salir de la clínica no les sorprendió que el ambiente no hubiera cambiado en lo absoluto. Ni siquiera el frío disminuyo. Naira sujetó con firmeza la Oz que Arcadio le había dado, si bien no la utilizó en el momento adecuado, esperaba no tener que hacerlo. Durante la noche notó su ausencia, pero en vez de buscar explicaciones trató abiertamente de entender sus motivos.

2° Hyera oscura profundidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora