CAPITULO XVIII
Los ojos de Arcadio una vez más estaban ardiendo. No podía recordar que tanto tiempo había logrado dormir. Etienne los llevó hasta debajo de un puente, donde no fue el lugar más cómodo para dejar que las piernas de Naira tomaran fuerza de nuevo, sin embargo debía admitir que también comenzaba a sentirse muy agotado. Pero no quería admitirlo; estaba seguro que todos ellos excepto Samael sentían cansancio justificable.
Mientras Andras frotaba sus manos, Naira se apoyaba en su hombro, probablemente sintiendo un aire paternal del cual el rubio no rechazaba.
Arcadio por otra parte no podía dejar de contar los segundos que estaban pasando, esperando seguramente que brillara un poco el sol, sin embargo recordaba que incluso eso se les fue arrebatado.
— ¿Cuánto falta?—Preguntó esta vez Samael.
—Si tu especie no nos estará siguiendo ya estaríamos ahí—Si bien todos alrededor sabían que eso podía llegar a ser una mentira.
—Nos vamos a seguir encontrando con ellos. Con un poco de suerte Erebus no se volverá aparecer por aquí—Dijo seriamente Samael.
— ¿Crees que pueda volver?
—Lo que más me preocuparía es si está pensando en algún plan para hacer que nos rodeen todos los Hyera que pueda tener a su alrededor.
—Tendremos que hacernos cargo entonces—Dijo Etienne seriamente sin soltar su ballesta.
Naira apretó sus piernas suavemente tratando de no mostrar su temor. Pero comenzaba a desarrollar un estrés que se prometió a sí misma no llevar a la superficie.
— ¿Por qué simplemente no nos dejan tranquilos?—Preguntó a Samael sin dejarle más opción que regresarle la mirada.
—Tampoco busque esta situación—Respondió el Hyera seriamente. No obstante lograba ver a través de sus ojos heridos por el llanto que probablemente ocultó de ellos mientras descansaban.
— ¡Diles! ¡Diles que simplemente se vayan de nuestras vidas!—Esta vez su tono de voz fue elevado.
—Yo no sería tan ruidoso—Dijo Etienne poniéndose de pie.
— ¡Él también tiene la culpa!—Arcadio trató de sujetar su mano pero ella la apartó.
—Eres un poco bipolar—Samael cruzó sus brazos sin muchas ganas de responder a sus acusaciones.
—Podemos morir ¿No lo entiendes?—Las manos de Naira se pasearon por su rostro mientras soltaba lagrimas que pesaban sobre sus pálidas mejillas.
—Ya te repitieron que no tienes que venir si no quieres.
— ¿Y a donde iré si no estoy con Arcadio?—Samael no pudo evitar sonreír ante aquella pregunta que probablemente ella se hacía internamente. Por otra parte Arcadio si podía llegar a entenderla, debido a que ambos pasaron por el mismo dolor en diferentes niveles; no existía algo más valioso que eso.
—Eres muy dependiente de él. Deberías comenzar a vivir por ti—Samael no tenía tacto en sus palabras.
—Cállate. Tú no me conoces.
—No deberíamos atacarnos a estas alturas—Andras tocó el hombro de Naira quien giró rápidamente hacia él con una mirada arrepentida.
—Lo siento, lo siento. No quería decir todo eso—Mordió con fuerza su dedo índice derecho mientras soltaba más lágrimas. Pero rechazó cualquier tipo de abrazo y contacto que llegaran a ofrecer en aquel momento.
—Naira. Quizás estas muy cansada.
—Sí. Debe ser eso, soy una mujer después de todo—Trató de justificar su arranque de ira.
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2° Hyera oscura profundidad
HorrorSin previo aviso, sin compasión, hemos tomado posesión de aquellos a quienes más nos temen. ¿Nos temen? Nos usan. ¿Nos desprecian? Se burlan. Los humanos habían pasado de ser una raza dominante a una raza pasiva. Una raza que ahora iba a temer de s...