CAPITULO XV

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CAPITULO XV

Ninguno de ellos sabía si estaban durmiendo en la hora correcta. Simplemente dejaban que sus cuerpos decidieran por ellos. Al menos a ocho kilómetros después de una caminata la cual tampoco los había dejado agotados debido al mismo estrés; lograron encontrarse con una clínica no demasiado pequeña ni lo bastante grande como para ser la victima constante de los Hyera. Estaban seguros que ya habían acabado con cada residente del lugar; o al menos eso entendieron debido a la sangre reseca en la puerta, lista para caer como el hielo debido al frió que ahora se extendía por todo el mundo.

Algunos de los autos habían sido volteados intencionalmente, pero no había cadáveres, sin embargo, si existía la evidencia de que fueron arrastrados violentamente hasta un punto donde quizás ya no iban a regresar jamás. Un pequeño transporte para niños estaba cubierto ligeramente de suciedad y algo más. Naira no tuvo el valor de ver más.

— ¿Por qué aquí?—Pregunto Etienne simplemente.

—Quizás encontremos alimentos y algo caliente para no morir de frío hoy—Explicó Arcadio. Vigilaba que Samael no se desplomara en el suelo.

Esta respuesta no convenció a Etienne. Andras se encargó de abrir la puerta debido a su falta de utilidad, los vidrios no estaban rotos pero si las ventanas del segundo piso, probablemente fue un punto de entrada para causar el pánico que deseaban.

—Espero tengan un baño—Susurró Naira.

—Deberían—Arcadio no dudó en colocarse a su lado.

— ¿Podrías acompañarme?—El sonrojo de Naira fue evidente. Pero Arcadio leyó muy bien sus inquietudes. No tuvo más opción que acompañarla.

Por otro lado Samael luego de encontrar una esquina donde poder reposar finalmente la espalda. Decidió apoyar sus manos en sus piernas, mientras se cabeza apenas podía sostenerse sola. Aunque si bien, no estuvo lejos de él la mirada constante que tenía Etienne hacia él. Le molestó un poco.

— ¿Qué?

—Estás demasiado confiado en que piensas que no quiero atravesarte con esta flecha—Contestó frívolamente.

—Vaya. ¿Con esa boca besas a tu novia?—La risa de Samael fue hiriente. Etienne desvió su mirada con molestia.

—Parece que podemos pasar la noche aquí—Dijo Andras mientras entraba a la sala de espera donde estaban instalados el humano y el Hyera.

— ¿Cómo sabes?—Preguntó seriamente Etienne sin mirarlo.

—Por lo poco que sé de los Hyera. Atacarían inmediatamente ante un aroma como el nuestro. ¿Crees que esta noche volverán por nosotros?—Andras se dirigió a Samael.

—Si Erebus volará como ave. Posiblemente. Pero debe dar información a alguien para que vaya directamente a Dux si no tiene ganas de ir a Londres nuevamente.

—Parece que el defecto de ustedes es ser veloz, pero no tan veloz—Andras decidió reposar en un sofá en plena destrucción.

—Solo en batalla somos muy veloces, desgastamos nuestra velocidad en ella, por defecto nos agotamos en algún momento. No todos nos parecemos.

—Hablas como si cada uno tuviera algo que lo hace diferente—Esta vez Etienne se cruzó de brazos.

—Más o menos. Algunos solo tienen la fuerza anormal y la velocidad que te ayuda a sobrevivir, otro tienen especificas habilidades que los hacen, como decirlo, únicos.

— ¿Por qué solo una parte de su raza?—Preguntó seriamente Andras.

—No lo sé. Al igual que ustedes algunos humanos nacen diferentes, no por eso dejan de ser humanos ¿No?

2° Hyera oscura profundidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora