𝓪𝓹𝓹𝓪𝓻𝓮𝓷𝓽𝓵𝔂 𝓱𝓮 𝓵𝓲𝓴𝓮𝓼 𝔂𝓸𝓾 || ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ ||

𝓔𝓼𝓹𝓮𝓬𝓲𝓪𝓵 𝓬𝓲𝓷𝓬𝓸

>> Pierre <<

Realmente era patético.

Pierre-patético-Gasly.

Sip, eso sonaba mejor.

Era tan patético que necesita beber vodka para emborracharse y lograr hablarle al chico que le gustaba sin que le temblasen las manos o que su ya superado problema de seseo apareciera.

Había bailado con su amigo Charles para sonreir un rato, sin dejar de molestarlo por su bonito atuendo. El Castaño sabía de sobra su situación sentimental y Pierre estaba agradecido de que no le hubiera dicho nada a Yuki.

Y... Oh, Yuki.

Todo era tan confuso ahora que ya ni se preocupaba en meditar sobre ello.

Y es que cuando conoces a alguien desde tu niñez, no imaginas terminar enamorándote de él o ella. Tal como a sus compañeros, a Yuki lo había conocido en el primer día de clases.

Pero el niño Gasly era tan tímido que no logró hablar con casi nadie. Apenas podía responder con un "sí" (sonando como un "thi"), un "no" o "no sé". Charles  Leclerc había sido el primero en saludarle y nunca se burló de su problema de pronunciación. Debido a eso, Pierre desarrolló un cariño inmenso, llegando a apegarse tanto a él que muchos ya comenzaban a bromear al respecto, pero no importaba. Ya para la semana siguiente, se hablaba con todo su curso.

Entonces, ¿cuándo había empezado a ver a Yuki de otra
forma?

¿15 años?

La primera vez que se sintió... confundido, fue cuando su amigo resbaló por pisar una zona mojada y Pierre no dudó en sujetarlo entre sus brazos. Simplemente notó lo bonito que se veía, su bonita sonrisa, su bonita voz, su actitud tan amable y noble que se sintió mareado y avergonzado. Yuki solo le tocó la frente, murmurando "¿Estás bien, idota?" y el chico solo había asentido, ignorando su fuerte palpitar, para seguir caminando por los pasillos de su escuela con su amigo.

De allí, cada día que transcurría era tan sublime, que no dudaba en invitarlo a comer en su casa, mientras sus padres y su hermano mayor estaban más que contentos por lo agradable que era Yuki.
Pero era mejor no decir nada acerca de sus sentimientos.

Porque simplemente no podría soportar el rechazo de la persona que más quería.

Abandonando sus tristes
pensamientos, miró a Charles mientras bailaban y sonrió. El Castaño lo había apoyado tanto desde que eran niños que, siendo sincero consigo mismo, por un tiempo había tenido un flechazo platónico por él. Pero nadie necesitaba saber eso, no, muchas gracias.

Notó que los demás dejaban de bailar para mirar hacia un cierto punto de la casa, y confundido, se giró, observando la escenita muy sorprendido.

—¿Qué? ¿Qué pasa? Yo no veo nada ―le exclamó Charles.

— Es que es imposible... —  murmuró.

¿Carlos y Kevin besándose? ¿Acaso hoy era el fin de los tiempos?

Todos observaban el espectáculo sin vergüenza alguna.

De pronto, Carlos rompió el beso y se puso de pie, algo tambaleante. Todos se dispersaron incapaces de preguntarle que rayos había sucedido.