𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑺𝒊𝒆𝒕𝒆

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La última vez que Carlos recordaba no haber parado de pensar en un chico o chica habría tenido unos 7 años, aproximadamente. Fue un corto enamoramiento de una amiga de su hermana. Debió haber durado un par de semanas, hasta que comenzó a interesarse en la práctica del kung-fu. Con lo que podrían darse una idea de la profundidad de sus infantes sentimientos. Pero ahora...

Ahora era como abrir un grifo de agua en su máxima potencia y no saber cómo cerrarlo.

No es que estuviera repentinamente enamorado de Charles Leclerc.

No era tan extremo...

Él definía su situación más como sano interés.

Ok, bueno, quizás sea mejor decir profunda curiosidad.

Aunque, tras esa tarde donde se juntaron, temía que la palabra
curiosidad ya no fuera suficiente para describir lo que le estaba pasando.

Y ocupar la palabra obsesión sería definitivamente exagerar.

Aun así, tenía algo muy claro: Ya no tenía forma de parar.

Quizás en un momento pudo haberlo detenido, pero para esas alturas él sabía que estaba jodido. Lo que a su mente práctica y lógica no le estaba haciendo nada de bien. Incluso el hecho de que Charles le haya dicho que no estaba interesado románticamente en nadie no ayudaba en lo más mínimo. A lo mucho le causaba más interés.

Lo que era extremadamente
frustrante para él.

Y es que, haya sido lo de los correos verdad o no, ya para esas alturas era irrelevante. Aunque Charles diera una declaración jurada de que jamás estuvo interesado en él, daba exactamente lo mismo para esas alturas. En esos instantes, el problema era él.

La siguiente vez que se juntaron a terminar el trabajo, todo se desarrolló en un ambiente relativamente tranquilo. Es decir, tranquilo dentro de lo humanamente posible... Es que, tal como Charles había predicho, los rumores tras esa tarde en la biblioteca alcanzaron un nivel de locura inconcebible.

Hubo un momento en que estuvo muy tentado en gritar. Y es que, para el resto del mundo, Charles y él eran oficialmente novios.

Lo que era una jugada realmente mala para su situación en particular. Porque ser "socialmente" el novio del chico por el que no paraba de pensar, no le hacía ninguna gracia. Eso, agregado al hecho de que tras terminar el trabajo sobre Tales de Mileto y entregarlo no volvieron a hablar otra vez, parecía ser una verdadera ironía de la vida.

— ¿Vas a querer otra cerveza?—  preguntó Daniel, para después terminar su vaso al seco.

Pero Carlos siguió inmerso en sus pensamientos.

Rebatir el maldito rumor era más bien esfuerzo y tiempo perdido. Probablemente, aunque él apareciera con otra chica del brazo y la luciera por toda la secundaria, a nadie le importaría. Lo importante es que, al fin, el famoso Carlos Sainz había caído bajo el encanto de alguien. Y de nada menos que un chico común y corriente como Charles Leclerc.

Sí, claro.

Si bien ahora último sacar a Charles de su cabeza se estaba convirtiendo en un molesto problema, de ahí a pasar a lo de novios era, a lo mucho, una mínima-remota-escasa posibilidad. ¿Qué parte de que, si no fuera porque ellos dos estaban en la misma clase, jamás se verían siquiera?

Gente estúpida que solo ven lo que quieren ver.

Aparte, para tener pareja, un mínimo requisito es que te guste susodicha persona y viceversa. Y por más que Carlos esté prendido del Castaño mentalmente, bien podría dar su mano derecha a que esa no era para nada la situación de Charles.

𝓪𝓹𝓹𝓪𝓻𝓮𝓷𝓽𝓵𝔂 𝓱𝓮 𝓵𝓲𝓴𝓮𝓼 𝔂𝓸𝓾 || ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora