15

28 11 5
                                    

Lisa

—Entonces, recuerdo que bebiste de la bota de Michael y luego te besaste con él —recuerda Sara entre risas y me tapo la cara con vergüenza.

—Ese fue mi momento más humilde —suelto una risotada y miro a Emma através del retrovisor. Parece concentrada en un reloj que no le había visto antes.

Ella alza la mirada y me da una sonrisa, indicándome que todo anda bien.

—Deberíamos parar pronto —dice Emma guardando el reloj en su mochila—. Hay una gasolinera a unos metros.

—Casualmente, el tanque está vacío —menciona Sara mirando el contador del combustible.

Minutos después, la gasolinera se alza frente a nosotros. El rótulo oxidado y las ventanas rotas, nos dan la clara señal de que no ha habido actividad en mucho tiempo.

Sara estaciona el auto con un golpe seco. Emma se baja primero. Veo como saca el reloj de su mochila y  noto una luz naranja iluminar la pantalla.

—Debo contestar —murmura y camina lejos de nosotras.

Sara y yo nos miramos en silencio y la curiosidad se apodera de mi, pero no quiero invadir su espacio

—Vamos a mirar en la tienda —digo abriendo la puerta del copiloto.

La tienda es sombría y polvorienta. Las estanterías están vacías, las cajas registradoras abiertas, un par de vasos de café tirados en el suelo nos da indicios de que los últimos clientes tuvieron que escapar ante la amenaza.

—Qué asco —murmuro, arrugando la nariz.

Un gruñido apagado, casi inaudible, me hace girar la cabeza hacia la entrada. Un zombie, demacrado, con ojos inyectados en sangre, ha logrado entrar por la puerta trasera, sus dedos esqueléticos se estiran hacia nosotras.

—¡Cuidado! —grita Sara, sacando una navaja de su bolsillo.

Reacciono con rapidez, agarro una lata de metal del suelo y se lo estrello contra el rostro del zombie. El golpe es contundente, el zombie se tambalea hacia atrás, aturdido.  Sara aprovecha la distracción para clavarle la navaja en el cuello, mientras él emite un sonido gutural. Cae al suelo con su cabeza envuelta en sangre.

—Maldita sea —dice Sara, respirando con dificultad.

En ese instante, la voz fría y cortante de Emma interrumpe nuestro pequeño triunfo.

—Sara, ¿qué estás haciendo? —dice.  Su mirada fría y penetrante nos recorre.

—Un zombie nos atacó, ¿Es que no ves?  —responde Sara mirandola, totalmente confundida por su actitud.

—Tenemos que irnos —Emma se acerca a mi y me agarra de un brazo, jalándome hacia ella pero pongo resistencia y me suelto de su agarre.

—¡No! No iré contigo a ninguna parte —la encaro. Sus ojos marrones presentan algo de furia pero no la entiendo.

—Iré a revisar la gasolina —Sara casi huye de la tienda.

—Tienes que venir conmigo si o si, eres importante para la humanidad —hace ademán por agarrar mi brazo pero me aparto.

—No será así —hago contacto visual con ella, con una mirada dura—. Los únicos que se salvarán acá será mi familia

—No lo entiendes, Lisa, si no hago esto... —se queda callada y suelta un pesado suspiro.

—¿Si no lo haces qué? —me cruzo de brazos—. ¿Qué me has estado ocultando? —levanto una ceja.

—Tu me has estado ocultando que llevas cuatro viales con el antídoto en tu mochila —eso me sorprende y ella ahora se cruza de brazos—. Tu verdadero nombre, tu identidad, ¡todo! —me grita—. Podría ahora mismo matarte y llevarmelos, o también poder matar a esa zorra amiga tuya.

—A Sara no la vas a tocar —le doy un fuerte empujón, que hace que retroceda y se golpee contra uno de los estantes. La veo apretar los dientes y se separa del estante.

Se aproxima a mi y me agarra del cuello. Llevo las manos a sus brazos para intentar apartarla. Ella aprieta mi cuello con enojo. Puedo ver cómo sus ojos se humedecen pero su agarre se maximiza.

—¡Déjala! —grita Sara y golpea a Emma con una tabla, haciéndola caer al suelo. Me toco el cuello respirando con más normalidad—. ¿Estás bien? Vamos, debemos irnos —me toma de una mano con firmeza. Miro a Emma por unos segundos y solo suspiro.

Salgo de la tienda junto con Sara y subimos al auto apresuradamente. Tomo asiento y me coloco el cinturon.

—No podemos déjala ahí —digo con las manos temblando.

—No seas estúpida —me regaña y pone en marcha el auto.

—¿Pudiste llenar el tanque? —ella asiente.

—Nos dará hasta la próxima ciudad, no puedo prometerte mucho —se quita el cabello de delante de los ojos. Me giro hacia el asiento trasero y tomo mi mochila. La abro y compruebo que todo esté bien—. Dime, ¿Por qué te atacó?

—Llevo la cura para toda esta mierda —respondo sacando la caja negra—. Además, tengo el virus en mis venas y con mi sangre podrían recrear una cura también.

Ella me mira intentando comprender todo. Dejo la caja de lado y le muestro mejor la mordida de mi brazo. Ella me observa con una expresión de "Es verdad" y solo abre la boca.

—¡Como Ellie de The Last of us! —expresa y me golpeo la frente sin poder contener la risa.

La Cacería ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora