12

37 13 14
                                    

Laura

Despierto sin muchas fuerzas. El dolor en mis costillas persiste. Me siento en lo que parece una camilla. La habitación está en penumbras. Bajo de la camilla con cuidado poniendo una mano en mis costillas. Si, duelen aún. Demasiado.

Me acerco a la puerta con extremo cuidado. ¿Donde estarán Anna y Navek? Abro la puerta y salgo a un pasillo que al parecer me lleva a la salida.

—¿Hermanita? —una voz hace que me detenga. Por el pasillo derecho, se acerca alguien. No puedo creerlo. Su sonrisa se ensancha, su ropa está algo ensangrentada y en su mano derecha lleva un bate de aluminio.

—Lisa —murmuro sintiendo mis pies como pegados al suelo. Ella se detiene frente a mi y toma mi rostro con sus suaves manos.

—Estás muy grande, tan preciosa —nuestros ojos se humedecen. Ella me sonríe  pero su rostro comienza a cambiar. La piel comienza a separarse de su rostro, hasta volverse esquelético.

—¡Lisa! —despierto agitada. Anna está a mi lado mirándome preocupada. Toma mi mano con firmeza.

—hey, quédate quieta —intenta calmarme. Mi respiración se vuelve cada vez más errática. Ella me abraza, me aferro a ella entre sollozos—. Ya pasó —siento como acaricia mi espalda.

—Chicas, guarden silencio —dice Navek entrando en la habitación—. Hay zombies allá fuera

—Tuvo una pesadilla —Anna se separa lentamente de mi y miro a Navek. El dolor en mis costillas vuelve y me aferro al brazo de Anna.

—¿Cuanto ha pasado? —me acomodo sobre el colchón. Al parecer estamos en algún cuarto donde dormían los trabajadores del hospital.

—Mucho, ya son las 8:30 —responde Navek, pegándose a la puerta—. ¿Tu hermana donde está?

—Seguro ahí fuera batallando contra los zombies —suspiro pensando en ese sueño.

—¿Es bonita? Digo, si tú lo eres, pienso en que ella también lo es —dice mientras se cruza de brazos.

—Ella lo es pero... —reacciono al instante y lo miro mal—. ¿Para que quieres saberlo? —frunzo el ceño mientras achino los ojos.

—Solamente presentala —se lleva las manos a su espalda, con una sonrisita inocente.

—No lo haré, además, es muy grande para ti —rodeo los ojos con molestia. Navek se echa a reír y toma la manija de la puerta.

—Iré a hacer guardia, no quiero que los zombies nos agarren desprevenidos —abre la puerta y sale, dejándonos a solas

Me duele la caja torácica con cada inhalación. Espero que no se haya fracturado ninguna costilla.

—Déjame ver —pide, con la voz suave.

Levanto la camisa, dejando al descubierto la venda que han cubierto mi torso. Anna la inspecciona con una mirada concentrada, luego presiona sus dedos contra la zona de la herida. Un escalofrío me recorre el cuerpo. Aquello me toma totalmente por sorpresa.

—Lo siento, ¿te duele? —pregunta, separándose un poco.

—No, solo… me sorprendió —respondo, sin saber cómo explicar el extraño alivio que siento con su contacto.

—Tranquila, estoy aquí para cuidarte.

Sus ojos se encuentran con los míos y hay algo en su mirada, algo que me llena de una extraña seguridad.  La siento acercarse de nuevo, sus labios se posan sobre los míos en un beso suave y cálido.  Mi cuerpo responde con un temblor, un anhelo que nunca antes había sentido.

La Cacería ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora