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Laura

Navek nos sigue por aquellas calles. Es increíble cómo no ha intentado comernos. No es como cualquier otro zombie y eso me alivia. De vez en cuando me mira y parece sonreír.

Llegamos ante una casa y decidimos entrar.   Cada paso que damos provoca un crujido en el piso de madera. Anna y yo intercambiamos miradas rápidas, y la tensión se incrementa. Decido explorar la sala principal, cuando de repente, un ruido sordo irrumpe desde afuera.

—¿Escuchaste eso? —pregunta Anna, deteniéndose a mi lado.

Asiento, y antes de que podamos reaccionar, una voz fuerte grita desde la entrada.

—¡Salgan con las manos arriba!

Nos giramos, y tres chicos aparecen de entre las sombras, con mirada desafiante.

—No hay necesidad de complicar las cosas —digo, tratando de mantener la voz firme.

—Complicarlas es lo que hacemos mejor. Ahora, ¡las cosas que traen! —dice el líder del grupo, un chico con una cicatriz en la mejilla.

Anna aprieta mi mano.

—No les tenemos nada —responde firmemente.

El chico de la cicatriz sonríe, pero su expresión se torna amenazante.

—No se lo tomen a mal. ¡Simplemente queremos lo que traen

Para mi horror, veo cómo uno de los chicos se lanza hacia nosotras.

—¡Anna, corre! —grito, y me lanzo hacia el atacante,  derribándolo al suelo con un solo puñetazo.

Sin embargo, otro chico se me echa encima, y caigo. Ambos forcejeamos, cuando en un también rápido movimiento, él me agarra del cuello intentando someterme.

—¡Suéltame! —grito.

Anna logra levantarse y le da una patada en la cara al chico, consiguiendo zafarme. Me pongo de pie mirando al caído.

—¡No! —grita uno de los chicos que quedan—. ¡Atrápalas!

Los tres se lanzan hacia nosotras de nuevo. Luchamos con todas nuestras fuerzas. Mis movimientos son rápidos, y me muevo entre ellos, pero hay demasiados. Cuando uno de los chicos me lanza un golpe, lo esquivo, pero el ataque casi me hace caer.

Desesperada, miro a Anna, que está encadenando golpes en el rostro de uno de los atacantes.

—¡Por aquí! —le grito, y corremos en buscando de una salida.

Un grito agudo resuena en el aire. Una figura aparece detrás de los chicos, y antes de que pueda calcular lo que está sucediendo, veo que uno de ellos cae al suelo, noqueado por un golpe certero.

—¿Qué está pasando aquí? —dice una voz que me resulta familiar.

Me giro rápidamente y me encuentro con una cara que creía perdida para siempre.

—¡Mónica! —exclamo, incredulidad y alegría mezclándose en mi pecho.

Los ojos de Sara brillan de reconocerme, pero su expresión también muestra sorpresa.

—Laura, ¿estás viva? —pregunta, con una mezcla de pena y alegría en su voz.

Los chicos, confundidos por la repentina aparición, se giran hacia ella, dándole la espalda a Anna y a mí. ¡Es nuestra oportunidad!

—¡Ahora! —grito, y empujamos a los chicos hacia Mónica, que se mueve como un rayo, derribando a otro con una patada. Anna aprovecha la confusión para sacar el cuchillo de su mochila y apuntar hacia el que queda en pie.

—¡No se acerquen! —amenaza Anna, su voz firme pese al temblor de sus manos.

El chico de la cicatriz retrocede, comprendiendo que se ha topado con algo más de lo que esperaba.

—Esto no ha terminado —masculla, antes de correr hacia la calle.

Miro a Mónica, que se acerca a mí con una sonrisa amplia y confusa.

—No puedo creer que seas tú. Te creímos muerta, después de...

—Lo sé, lo sé —dice con una pequeña sonrisa—. ¿Y tu valiente compañera quien es? —señala con curiosidad hacia Anna.

Tomo la mano de la chica a mi lado y entrelazamos nuestros dedos. Mónica nos mira como sorprendida, no tenemos que decir ni siquiera nuestra relación.

—¿Desde cuándo? Jamás me contaste de alguien —se cruza de brazos.

—Es reciente —dejo un beso en la mejilla de Anna. Vuelvo la mirada hacia Mónica—. ¿Vienes con nosotras? Nos vendría bien una ayuda en el camino.

—Claro, no tengo mucho que hacer —asiente manteniendo una pequeña sonrisa que cambia al ver a Navek acercarse. Saca su cuchillo lista para atacar

—No, no le hagas daño, es nuestro amigo —me giro hacia el zombie. Nos observa con incredulidad. Navek levanta con lentitud su mano y hace un gesto saludándola—. ¿Ves? Créeme que ya nos hubiera atacado.

—Las cosas andan tan revueltas últimamente que solo pienso en matar zombies —suspira—. Antes tenemos que pasar por mi refugio. Me quedan pocas balas en la pistola —da pequeñas palmadas en la funda a un costado de su cuerpo.

—Vamos, entonces —Anna y yo nos damos la vuelta comenzando a caminar hacia la calle.

La Cacería ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora