Un revelde amor. Capítulo 25. Terry estaba en el segundo piso de la villa, en la biblioteca. Mirando aquella cosa llamativa, con sus molestas luces, y sus estúpidos adornos llamativos. Y preguntándose terry por que diablos seguían allí.
En París en las oficinas centrales, de terius granchester andry. Se estaba gestando una tormenta, a raíz de aquel estúpido artículo. Normalmente se había apresurado a regresar para ocuparse del asunto pero no lo había hecho. En todo el día no habían dejado de llegarle e-mails y llamadas al móvil pero los había ignorado todos. No tenía la menor intención de hablar con nadie de su relación con candy. Y mucho menos con pompones gordinflones como los miembros de la junta de accionistas.Se le había pasado, por la cabeza que quizá podría perder la compañía, por culpa de aquello, que prodrian presionarlo, con la cláusula de moralidad si quisieran, pero descubrió que apezar de todos esos años, y el esfuerzo que le había dedicado a la compañía, ía terius granchester andry. No le importaba en lo más mínimo. Ya no. Era más que una empresa. Podría fundar otra si quisiera. Una empresa era algo reemplazable. Oyó pasos que se acercaban a la puerta abierta detrás de él. Pero no se volteo. - no quiero que me molesten - dijo. Dando por hecho que era alguien del servicio - pues es una lástima - respondió la última voz que el esperaba volver a oír. Sobre todo allí. Terry se volteo lentamente seguro que solamente era cosa se su imaginación, y de que se encontrará con que no había nadie en el umbral, pero no estaba teniendo alucinaciones. Allí estaba candy, aun más hermosa de lo que la recordaba. Le cortaba aun el aliento. Sus hermosos ojos verdes Esmeraldas, con un brillo, y sus mejillas con un rubor con un suave rubor... Y nada de eso importaba candy jamás podría ser suya.
¿ Como podría siquiera aver pensado lo contrario? , - siento interrumpirte ; seguro que estabas muy ocupado sintiendo lastima de ti mismo - dijo candy, apoyando la cadera en el marco de la puerta. Tenía un aire desafiante-. Parece que estas pasándolo de miedo, terry sacudió la cabeza, y apartó la mirada. - te deje libre candy. No deberías estar aquí. Eres el hombre más cabezota y más exasperante que he conocido,- le dijo candy con un suspiro. Terry la miró aturdido, y le llevo un momento darse cuenta que no parecía enfadada. De echo a menos de que el, estuviera equivocado lo había dicho en un tono burlon reprimiendo una sonrisa, esta candy. ¿No se te ha pasado por la cabeza que tal vez no quiero ir a ningún lado? Cuando te dije que te quería lo dije enserio.- terry dijo cerrando tras de si,- imposible - murmuró el con los puños apretados. Pero no podía apartar los ojos de candy, y sabía que lo último que deveria de hacer, cuando estaban a solas, y no estaba seguro de mantener terry las manos quietas. -. Voy a ser la madre de tu hijo- le dijo candy, sacudiendo la cabeza. Al hacerlo su melena rubia se movía de un lado a otro,
terry conocia el sedoso tacto de su cabello por que había undido sus manos en el, conocía su aroma, y había enredado sus dedos en el cuando le había hecho el amor, cuando la había hecho suya. - gracias lo se - respondió. Su voz sonaba tensa, como se sentía el; Tenso por el deseo contenido. Me gustaría que consideraras los próximos nueve meses, como una, oportunidad para considerar que ya no tengo doce años. - le sugirió candy -. Y se muy bien lo que quiero. Y puede que no estemos de acuerdo, en lo que más me conviene, pero ya no eres solo mi tutor, al igual yo ya no soy tu pupila, y no puedes pasarte, la noche haciendo el amor, y a la mañana siguiente, darme un sermón de como debo vivir mi vida. Las dos cosas no pueden ser. Tienes que escoger, lo uno o lo otro. - no quiero las dos replicó terry. Miro a su hermosa candy, que por fin parecía haber perdido el miedo por completo, se le veía fiera y segura de si misma. Jamás la había deseado tanto... De hecho nunca en toda su vida la había deseado. Nada tanto como la deseaba a ella ahora, y sabía que siempre sería así, y deveria saber que ese era el motivo, por el que jamás prodria ser suya, quiero que te vayas le dijo terry.- Candy- le respondió no es verdad, no es lo que quieres. -. Terry sintió una presión en el pecho cuando la vio avanzar hacia el, con una pequeña sorrisa en los labios. A lo mejor es que no estas lo suficientemente familiarizado con ciertas emociones, como para comprenderlas cuando las sientes -, sugirió deteniendose a escasos centímetros de Terry. El aroma de candy lo envolvia ese perfume tentador y se moría por tocarla. Aquello era una tortura,. - ¡Basta! - fue todo lo que acertó decir. Parecía furioso, y lo estaba pero no con ella, candy sonreía como si lo supiera, - te contaré un peque secreto - dijo dándole con el dedo en el pecho - : estas enamorado de mi, terry por eso el otro día sentiste la necesidad de dejarme libre, de comportarte de un modo noble y humilde ; lo opuesto a como me habías tratado hasta a hora. Terry se sintió como si lo hubieran tirado por la ventana, que tenía detrás de él.
-no seas ridícula tu me quieres terry, - Insisto candy con suavidad. Tomo su mano y la puso contra su vientre. Me quieres y se que quedras a este bebé, - le dijo
La fachada de un hombre duro e insensible, que había estado intentando mantener, se estaba resquebrajando, por momentos, se sentía extraño como un pez fuera del agua, pero no apartó la mano del vientre de candy, no podía hacerlo. Terry apretó la mandíbula, y le recordó con dureza ; - tu no querías ese niño, hasta hace unos días.¿Ahora hablas de amor? - candy le dijo tenía miedo - respondió candy en un tono quedo, fijando sus ojos verdes en los azules de Terry, - la situación me superaba. Estaba tan acostumbrada a enfrentarme todo el tiempo ti, que me costó darme cuenta de que en realidad quería dejar esta guerra con Tigo,. - candy candy... murmuró terry sacudiendo la cabeza, el tristemente la cabeza-.en el fondo sigo siendo ése chico asilvestrado de un arrabalde de málaga. Y tu tienes el mundo entero a tus disposición. Podrías elegir al hombre que quisieras... Y lo haras. - pero es a ti a quien quiero... El volvió a pronunciar su nombre, intentando hacerla entrar en razón, pero candy lo ignoro. - deja que te aclare La cosas - le dijo a un sostenian su mano sobre su vientre, donde crecía el hijo de ambos en en sus ojos se encendió un brillo traviesos. Un brillo que parecía hablar, de esa magia en la que el no creía, - yo no quería casarme contigo, si lo que íbamos a hacer era odiarnos, y discutir a todas horas, no quería una lucha de poder constante. Pero te quiero y creo que siempre te he querido, y lo único es que, tu me quieras también. Candy... Ya se que tu tienes un montón de requisitos, en lo que respecta a tu esposa, perfecta, del matrimonio perfecto, - lo interrumpo ella-. Pero yo no los tengo, lo único que quiero es a ti, que estemos, juntos. - yñ también te quiero le dijo terry, que ya no podía aguantar más, no podia contener por más aquel sentimiento, salto como una llamarada, y de pronto cuando vio sorreir a candy, se dio cuenta de que no sabía por que tenía tanto miedo de decir esas palabras,.- Todo lo demás me da igual - añadió, - nunca me había importado nada, ni nadie, tanto como me importas tu. Lo se tontoron - le susurro candy cariñosamente. Mirándolo con esos ojos verdes brillantes-. Lo se y esa vez cuando la beso. Supo que aquello era para siempre. Terry podía sentirlo, y a que dejara de ser el tutor legal de candy, cuando se casara con ella, - por que tenía toda la intención, de casarse con ella. - seguiría cuidándola, y protegiendola, durante el resto de su vida. Solo cuando la oyó reirse se dio cuenta que había dicho todo eso en voz alta, mientras candy cubría su rostro a besos. Se que lo harás vida mía, le dijo candy-.puedes empezar a demostrarme tu amor ya mismo. Eso fue lo que hizo justo hay junto a la chimenea juntos al árbol de navidad, y las suyas fue una de las bodas más elegantes.
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Un rebelde amor
RomantizmUn fanfics de Candy y terry. Es una adaptación. Sin fines de lucro, los derechos de los personajes no me pertenecen son de keiko nagarita. Es una historia donde el recuerdo del rencor, y el resentimiento y el anhelo de la libertad, llegará a límite...