capitulo 35

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(Agata Rosst)

Me lave las manos y decidí salir, me termine chocando con algo duro sabía que era el pecho de alguien, por como subía y bajaba, mire hacia arriba y me encontré con los ojos de max, cada uno de un color diferente, uno azul y el otro verde, son encantadores, cada color me hace pensar en diferentes cosas, como el agua y el pasto verde, en los cuales me encantaría descansar y dejar que mis pulmones se llenen de ese aire limpio y puro, cerré los ojos y comencé a imaginar que se sentiría eso pero los abrí nuevamente cuando max se aferró con ambas manos a mi cintura e hizo que volviera a la realidad.

—¿En que piensas? —preguntó intrigado.

—No es nada.

—Esta bien, cualquier cosa, hablame, ¿si?.

—Si, no te preocupes.

—Bueno, entonces tenemos que ir al lugar en el que se va a realizar la boda.

—si...

Deje que me guíe hacia afuera del hospital apenas pasamos las puertas nos encontramos con dimitry y una camioneta bastante grande, espaciosa, de color blanco, dimitry me ayudó a subir en los asientos traseros y cuando me acomode, ellos entraron y cerraron la puerta detrás de ellos, mire al frente y me encontre con los dos hombres del aeropuerto.

El auto se puso en marcha y en todo el transcurso fue silencioso, yo tenía cosas que pensar, por ejemplo como el doctor los había llamado, el hecho de que parecía que no iban a decirme que ahora que estaba embarazada necesitaba si o si su marca en mi cuello, y tambien las cosas que conlleva este embarazo, mi cabeza daba vueltas y vueltas.

Que no había notado que ya estábamos en un lugar de hermoso paisaje verde, una carretera, pequeñas cabañas, aire fresco y puro, y como el sol brillaba pero no tanto indicando que la tarde estaba presente y avanzaba con el paso de las horas, el auto freno enfrente de una cabaña, muy hogareña, amplia perfecta para una familia que esta de vacaciones.

Max abrió la puerta y cada uno bajo del auto, nos adentramos a la cabaña, y en cuanto la puerta se abrió, está era rústica de madera, en colores grises y tonos tierra, con una amplia sala de estar, una hoguera, sofás, un candelabro colgando del techo, escaleras que suben al segundo piso.

Mientras los otros dos miraban, yo decidí subir al segundo piso, la primera puerta estaba abierta, entre a la habitación, tenía una cama enorme en el medio, desde el techo colgaban unas cortinas sobre la cama como las de las princesas un mueble que sostenía la televisión, pegado a la pared al lado de la puerta, camine hacia un lado de la cama, para encontrar un ventanal con terraza y vistas hacia afuera, antes de que pudiera deslizar las puertas del ventanal, max y dimitry me encontraron en la habitación.

—¿Te gusta? —pregunto max.

—Si... Es encantador.

Se pararon cada uno a mis costados admirando el paisaje, quería seguir ahí admirando en silencio pero teníamos que hablar.

—¿No tenían pensado decirme que podría perder al bebé si no llevaba sus marcas?.

—Princesa no es lo que piensas.

—¿Cuando me lo iban a decir?.

—Hoy —comento max.

—Solo era cuestión de tiempo princesa.

No tenía ganas de discutir además si los miraba a los ojos, podia ver qué ocultarlo nunca fueron sus intenciones, me quedé callada porque no era la explicación lo unico que quería oir, también queria sus disculpas.

—Lo siento.

—Lo sentimos, princesa.

—Nunca quisimos ocultarlo, solo queríamos decirte en el lugar y en el momento correcto.

Eso era lo que esperaba de ellos, asentí con la cabeza, porque es notorio que por mi cansancio no iba explotar pero no quitaba que cuando me enteré me dió tanto miedo pensar en la posibilidad de perder al bebé.

—¿Por qué el doctor los llamo alfas?.

—En el mundo de los lobos hay rangos, los betas son inferiores a nosotros los alfas, los superamos en muchas cosas, como la inteligencia, la fortaleza, ellos deben obedecer a nosotros los que nacen siendo alfas —explico max.

—Asi que era eso, ¡ah!, ¿Por qué me llaman luna?.

—Ese es el apodo y el rango de las parejas destinadas a los alfas, como son elegidos por la diosa luna —comenta dimitry.

—¿Diosa luna?.

—Asi es como se llama la deidad en la que creemos, es nuestra religión.

Ahora entiendo, ellos crecieron en una naturaleza diferente, una cultura y creencias muy distintas a las mias, son seres sobrenaturales, pero desde que los conozco nada en mi dijo que debería correr muy lejos de ellos es más, poco a poco me senti comoda con ellos y segura, además me aman, me respetan, y la relacion se fortalece a cada paso.

Suspiré, camine hacia atrás, me acerque al borde de la cama y me deje caer, quiero descansar, y no hacer nada más, cerré los ojos y dejé que mi cuerpo se relajara completamente en estos colchones que me hacían sentir en el cielo de lo suave y cómodos que eran, asi me quede unos minutos que duraron muy poco por la interrupción de manos con calidez de alguien quien estaba acariciando mis muslos, lo que me hizo abrir los ojos y mirar en esa dirección, me encontré con max entre medio de mis piernas, y dimitry que se acercaba acechando a su presa.

—Princesa... Creo que es momento de que lleves nuestras marcas en tu cuello.

—¿Podemos? —preguntó max aún entre medio de mi piernas.

—¿Dolera?.

—Un poco hasta que el dolor se convierta en placer.

—Te haremos sentir como en el cielo —afirmo max.

Saber que me va a doler me hacia dudar, pero tenía que confiar en ellos, deje la duda aún lado y termine por asentir con la cabeza, apenas di mi aprobación, dimitry se inclino lentamente hasta que sus labios rozaran los míos, su aliento caliente chocaba en mi rostro y sin más me beso, en movimientos lentos, adorando el sabor del otro, por otro lado max me estimulaba con sus caricias en mis muslos, el sonido de besos depositados sobre mi piel hacian eco en la habitación, dimitry abandono mi boca y comenzo a besar mi cuello, seguida de mi clavicula, en un momento se detuvo, y levanto mi remera dejando que cayera en algún lugar de la habitación.

Una rosa para dos hombres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora