Vermillon

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Tras la evasiva respuesta de Lucca sobre el misterio de Vegas, una inquietud comenzó a pesar sobre sus hombros. Aunque su expresión no mostraba ninguna perturbación, sus ojos revelaban una sombra de preocupación que no podía ocultar.

Lucca, siempre tan frío y calculador, no podía creer lo vulnerable que era el joven Pete, el principal guardaespaldas de la Mafia Tailandesa.

La mezcla entre su aspecto imponente y una inocencia tan clara sorprendía a Lucca y definitivamente llamó su atención.

Pete paseaba por su lujosa habitación cuando uno de los hombres de Lucca apareció con bolsas y cajas. -Pete, esto es del Sr. Lucca -anunció el mensajero mientras le entregaba los obsequios empaquetados en diversas bolsas.

Al recibirlos, un incómodo sentimiento se apoderó de Pete. La generosidad de Lucca le parecía una tentativa de maquillar algo más grande, quizás una forma de mitigar su negativa a responder.

En vez de hallar paz, se sentía como una joven que recibe regalos sin poder discernir el propósito oculto detrás de ellos.

Pete depositó los regalos sobre su cama y empezó a abrir uno tras otro. ¿Qué más podía hacer? Tenía todo el día para él, sin ninguna obligación.

Su única tarea consistía en asistir a clases particulares de idiomas, historia, literatura y finanzas, organizadas por el Sr. Lucca. Rodeado de obsequios extravagantes que parecían salidos de un cuento, Pete admiraba los libros antiguos con encuadernaciones de cuero, un elegante reloj de bolsillo y una pluma estilográfica que parecía sacada de otra era. Cada objeto había sido seleccionado con esmero, pero pese a todo, Pete no podía evitar sentirse aturdido y confundido.

La generosidad de Lucca era en sí misma un misterio, un intento de compensar algo que escapaba a su comprensión.

Esa noche, bajo las luces titilantes de la ciudad visibles desde su ventana, Pete decidió enfrentar a Lucca.

Lo halló en su estudio, absorto en un voluminoso expediente, con el aire cargado de una tensión casi palpable. -¿Por qué me has elegido? -preguntó Pete, rompiendo el pesado silencio que se había asentado entre ellos desde su llegada.

Lucca cerró el expediente con cuidado, una expresión reflexiva se apoderaba de su rostro.

-Pete -comenzó Lucca, con una voz cargada de la sabiduría que solo los años pueden aportar-, la vida nos brinda oportunidades inesperadas. No siempre elegimos nuestras circunstancias, pero sí cómo respondemos a ellas.

Pete frunció el ceño, comprendiendo que Lucca estaba evitando su pregunta directa.

-¿Qué tiene eso que ver conmigo? -insistió. Con un largo y profundo suspiro, Lucca se levantó y se acercó a la ventana desde la cual los viñedos se extendían bajo la tenue luz de la luna. Sus ojos vagaban por la noche infinita, como si en su vastedad buscara las respuestas que tanto ansiaba.

-Vegas -murmuró al fin Lucca- Ese nombre trae consigo recuerdos entrelazados con decisiones difíciles. No es algo de lo que me sienta orgulloso, Pete. Pertenezco a la mafia Italiana.

Pete avanzó hacia él, notando una chispa de vulnerabilidad en la voz de Lucca.

-Entonces, ¿por qué me salvaste? ¿Por qué me trajiste aquí?

Lucca se giró lentamente hacia Pete, su mirada revelando una combinación de intensidad y compasión.

-Porque en ti veo algo especial. Una oportunidad para comenzar de nuevo, para escribir un nuevo capítulo en un mundo que rara vez es amable. Todos merecemos una segunda oportunidad, incluso en este entorno oscuro y complicado.

Wicked GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora