Wicked Game

LOVE HURTS

El amor, duele. Pero ese dolor nos hace sentir vivos ( Incubus)

Los ojos castaños oscuros de Pete se encontraron con los de Dan, y ambos se miraron fijamente. El corazón de Dan/Vegas se aceleró, su respiración se volvió irregular y todo a su alrededor comenzó a girar.

Sus manos dejaron de apretar los brazos de Pete, y perdió el equilibrio, cayendo prácticamente sobre él. Los cuerpos se amontonaron uno sobre el otro, con el rostro de Dan apoyado en el hombro de Pete.

Fue como un abrazo cálido e inesperado. Dan sintió el cuerpo cálido de Pete bajo el suyo, su corazón acelerado, y el pecho subiendo y bajando al ritmo de la respiración de Pete. Su mano se deslizó por los cabellos de Pete, enterrando los dedos en ellos. Era real. Pete era real bajo su cuerpo, tal como había anhelado y deseado.

—Tranquilo… —susurró Pete, acariciando los cabellos oscuros de Dan y abrazándolo con el otro brazo.

Dan cerró los ojos y respiró el aroma de las flores que rodeaban a Pete, así como el propio aroma del joven. Olía a plantas, a naturaleza, a hierbabuena y a algo más, quizás a sí mismo.

En ese momento, Dan se sintió estúpido. Aunque no estaba completamente lleno de odio y venganza, la escena que había montado indicaba que algo no estaba bien en su cabeza. Deseaba que Pete conociera a Dan y no a Vegas. Sentir celos de uno mismo era una locura.

Pero… Oh, ¿Qué no era esto lo que importaba? Se sentía tan bien estar sobre Pete, tocarle el cabello, sentir su cuerpo cálido bajo el suyo, sus piernas entrelazadas y sus rostros tan cerca.

Involuntariamente, por reflejo alza su cabeza y queda a la par de Pete a menos de 5 centímetros, pero quién toma en cuenta esos centímetros. Porque sus alientos chocaban y los cabellos del pelinegro  rozaron la frente del otro. El corazón de ambos se aceleraba y los dos lo sintieron.

—Dan…— Susurró Pete.

Pete deseaba que Dan lo besara, como lo había deseado ya hace unos días, como si fuera el remedio para olvidar a Vegas.

Y Vegas, desconociendo que piensa Pete en estos momentos, apreciaria  escuchar su nombre en la  voz de Pete, y no de Dan.

Como llegaron  a esto, a pesar de tener el rostro algo sucio por las lágrimas, a pesar de sentirse estúpido y demente, Pete lo dice con sinceridad, relamiéndose los labios al ver los del otro…
¿Le estaba mirando los labios  a Dan?
De la misma forma que Dan miraba los labios de Pete.

Contemplaba fugaz, lo hacía. Los  labios de Pete: llenos, pequeños, rojos, deseables, besables, pequeños, besables, para morderlos.

Y por su parte, Pete traga saliva. Él jamás se había sentido especialmente atraído por nadie, no al menos por la ausencia de sus recuerdos y a sus 22 años se había descubierto especialmente interesado por los hombres,  ​​pero él tan observador tomó aquella conducta como normal.

Cuando recorría las calles y veía a dos chicos tomados de la mano. Se sintió curioso. Se pregunto muchas veces incluso comenzo a contemplar buscando despertar ese interés.  Habia leido ¡Que no hay ningún chico que no se haya interesado por otro chico en su adolescencia! Muchos, pero no todos lo aceptaban.

Entonces se encontró con Dan y esa búsqueda se convirtió en curiosidad y anhelaba experimentarla.

Sin embargo, ahora estaba allí,  debajo de Dan, sintiendo su cuerpo debajo del suyo, incluso sus pelvis estaban peligrosamente cerca. Miraba los  labios y pensaba en cómo sería besarle.