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Una semana había transcurrido tranquilamente y con ella la relación entre Osamu y Ranpo se iba haciendo más y más cercana al punto de salir todos los fines de semana y eso no le gustaba mucho a un pelinaranja que simplemente esperaba a que su amigo se dignara a hablarle e invitarlo a salir también.

─ Maldito, después de que le di los mejores años de mi vida me trata así. ─ refunfuñaba

─ Tal vez se está dando el tiempo de conocer a alguien más ─ decía una pelirosa tratando de tranquilizar a su hermano menor.

─ Si, claro. Tal vez estoy exagerando mucho... ¿Verdad? ─ soltó, volteando a ver a su hermana mayor.

Kouyou simplemente abrazó a su hermano, sabía mejor que nadie lo mucho que su hermano se preocupaba por el castaño. Después de todo se habían criado juntos.

El sonido de un celular sonando llamo su atención.
Chuuya se levantó y lo tomó para contestar.

─ ¿Si?

─ ¡Chuuya!, ha pasado mucho tiempo, ¿no lo crees? ─ sonó del otro lado una voz chillona que conocía muy bien.

─ Hasta que por fin te dignas a hablarme. ─ soltó molesto.

Se escuchó una risita del otro lado.

─ Es que estuve ocupado, ya sabes, cosas del trabajo.

─ Si claro, te recuerdo que todas tus publicaciones las puedo ver yo. ─ gruño

─ Uh, bueno, sobre eso. Quería verte para platicar sobre eso. ─ titubeo

─ Claro, solo me hablas para pedir mis maravillosos consejos. Pero está vez no lo haré, estoy muy ocupado ─ dijo mientras se cruzaba de brazos.

─ Si, si... ─ hubo un pequeño silencio hasta que Chuuya carraspeo ─ Bueno, en realidad yo. Quería verte porque te extrañaba ─ soltó con timidez.

Hubo otro silencio por unos segundos hasta que Chuuya empezó a reír.

─ Yo también te extrañe tonto. Nos vemos en un rato entonces.

─ Bye~

Y la llamada finalizó.

─ ¿Era Verlaine? ─ pregunto Ranpo mirando fijamente al castaño.

Osamu volteo mostrando una radiante sonrisa para posteriormente responder ─ Sip. Pero no lo llames por su apellido, me recuerda a su padre. Mejor llamalo Chuuya. ─ dijo mientras tomaba asiento junto al mayor.

─ Claro ─ soltó para seguir comiendo sus palomitas con caramelo.

─ Aún no entiendo como es que Rampo-san no sufre de diabetes después de todos los dulces que ingiere ─ soltó el castaño con diversión.

─ Es porque soy genial ─ argumentó infantil.

El castaño soltó una risita ante aquello, después de toda una semana juntos había descubierto que el mayor no era tan elegante y serio como parece, a decir verdad era más como un niño caprichoso que aprendió a valerse por sí mismo a la fuerza.

─ Osamu idiota, le dije que no se separara de mi ─ se quejaba el pelinaranja mientras buscaba con ayuda del subordinado del castaño a éste último

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─ Osamu idiota, le dije que no se separara de mi ─ se quejaba el pelinaranja mientras buscaba con ayuda del subordinado del castaño a éste último.

─ Chuuya-san, no creo que deba referirse así al señor Osamu ─ regaño el joven

─ Akutagawa, que tu estés obsesionado con ese idiota no quiere decir que todos lo estemos ─ soltó con molestia.

El más joven se avergonzó e iba a argumentar sobre ello hasta que la voz chillona de su superior lo hizo recomponerse rápidamente.

─ ¡Chibi! , encontré este sombrero y como se que tu gusto de la moda es horrible lo he comprado para ti ─ se acercó poniendo un sombrero con forma de pou sobre la cabeza de su amigo.

─ Bastardo infeliz ─ gruño para después tirale el sombrero en la cara al castaño ─ No estoy de humor para aguantar tus estupideces.

El castaño simplemente carcajeaba. Uno de sus hobbies favoritos era molestar al de menor estatura.

Por otro lado el más joven de todos miraba la escena con aburrimiento.

....

El castaño entró a su departamento arrastrando los pies, había sido un día agotador después de todo Chuuya los había traído a él y a su subordinado de un lugar a otro. A pesar de eso se había divertido mucho.

Con pereza preparó la tina de baño para finalmente sumergirse en la calida y reconfortante agua. Y, aunque el agua lo haya relajado de su agotador día no se dio cuenta de que su sueño era más pesado de lo que parecía y terminó durmiendo en la tina.

Pasadas unas horas la puerta del apartamento se abrió dejando pasar a un joven pelinegro que llegaba agotado del trabajo y solamente quería dormir junto al castaño que le brindaba confort y calidez. Sin embargo, al entrar a la habitación de este se percató de su ausencia por lo que buscó con su mirada encontrando la puerta del baño abierta dejando salir un poco de luz. Al no percibir ruido de esa dirección se preocupó un poco por lo que con precaución entró al baño.

Al entrar pudo observar al castaño durmiendo pacíficamente en la tina, se preguntaba cuanto tiempo había estado así para que sus dedos estuvieran arrugados. Con mucho cuidado saco al castaño del agua y lo vistió para finalmente meterlo a la cama y acostarse junto a él.

Buenas noches, Osamu.

𝘾𝙖𝙨𝙪𝙖𝙡𝙞𝙙𝙖𝙙  ⦅𝑺𝒐𝒖𝒉𝒆𝒌𝒊⦆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora