Capítulo Treinta

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No me había movido de allí cuando la puerta se abrió de sopetón y una silueta subió los escalones con paso torpe y al avanzar dejó las hierbas puestas a secar balanceándose como hombres ahorcados

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No me había movido de allí cuando la puerta se abrió de sopetón y una silueta subió los escalones con paso torpe y al avanzar dejó las hierbas puestas a secar balanceándose como hombres ahorcados.

Era uno de los guerreros más jóvenes, que había superado sus pruebas hacía poco, más joven incluso que yo, a juzgar por la cara lampiña que iluminaron las llamas mientras él titubeaba en la entrada.

- El rey Namjoon lo busca, príncipe Taehyung - su voz aguda, se escuchó por la silenciosa habitación.

- Ya te he dicho que no soy Príncipe.

Hice sisear el fuego volcando los restos de la infusión a medio beber y me puse de pie.

- Lo siento, es la costumbre Taehyung. - respondió.

- Eso está mejor. Dile al rey que ya voy.

- Cleri...

- Dejemosla descansar - pronuncié mientras miraba a la Anciana que nunca más se levantaría.

Cuando llegué al Gran Salón, mi tío estaba en su silla junto a mi madre. Hablaban entre ellos, como si no hubieran notado mi presencia.

- Mi rey - dije - lamento interrumpirlos, me pediste venir.

Namjoon enarcó una ceja.

- ¿A qué viene tanta formalidad? Estamos solos los tres. Supimos que saliste de la Prueba del Clérigo. ¿Ya tomaste tu decisión?

- Así es. Lo supe cuando vi a la Primera entre Clérigos.

- Debe estar decepcionada igual que la primera vez que no te presentaste. - dijo mi madre con una risita juguetona, algo que antes no había visto en ella. - aunque por motivos completamente diferentes.

Era cierto, la primera vez no me presenté ya que tuve que ocupar el trono, y todo el Mar Amarillo estaba disgustado con aquella noticia. Hoy, entendía el por qué de todo, me había costado meses de esclavitud y miserias, pero finalmente estaba aquí, parado frente a quien siempre debió reinar, junto a la mujer que nunca lo olvidó. Ahora había tomado mi propia decisión respecto a la Clerecía, y había decepcionado a la vieja cleriga una vez más.

- Taehyung - Namjoon me sacó de mis pensamientos y me miró con severidad - no puedo liberarte del exilio, al menos no hoy. Quizás en un tiempo más puedas volver como un hombre libre. Cuando todo esté más calmado.

- Lo sé. Y lo entiendo. - dije sin titubear, sin bajar la mirada, aunque un pequeño nudo de nostalgia subía por mi garganta.

El rey Namjoon en poco tiempo había asumido el trono con gran elocuencia, a diferencia de Nada cuando su mirada irradiaba locura pura y todo lo resolvía con el filo de la desgastada espada que aún cargaba al cinto, la que probablemente, le recordaría el lugar donde vivió tantos años como un mendigo, sin nombre y sin rostro, agachado en la cubierta de un desgatado barco. Este nuevo hombre estaba demostrando ser un rey justo pero a la vez severo, hacía valer su palabra, contrario a lo que fue mi padre, contrario a lo que había sido Seokjin. Todo estaba en su sitio. Como siempre debió ser.

The King (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora