Capítulo Treinta y cuatro

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- Taehyung ¿qué haces aquí? - su voz me caló el corazón y noté un cosquilleo extendiéndose.

Jungkook tenía mejor aspecto que nunca o quizás era que lo veía con otros ojos, su cabello estaba más largo, la piel quizás un poco, solo un poco más bronceada, y había ganado peso. Mis ojos detallaron su prominente pero aún así, perfecta nariz, la pequeña sonrisa dibujada en la comisura de su boca, y sus labios… me sentí un poco mareado al recordar cómo se sentía besar esos labios. Estaba paralizado frente a él.

- Jungkook, yo… yo te he estado buscando. - confesé.

- Tienes que irte. - dijo serio, todo rastro de emoción había desaparecido de su rostro.

Parpadeé al escucharlo.

¿Qué me detenía de acercarme más? Lo había deseado tanto pero ahora no sabía qué hacer ni qué decir. Solo podía mirarlo.

- Taehyung - repitió, como si supiera que lo estaba mirando fijamente.

Traté de responder, pero mi voz se quedó atascada en mi garganta. Me sentí un poco avergonzado. Jungkook frunció el ceño.

- Aunque no lo creas - escuché atrás mío decir - antes de llegar aquí, no paraba de hablar. ¿Cómo has estado? oficial de derrota.

Seojoon se acercó a nosotros y abrazó a Jungkook.

- Supongo que has estado bien - dijo, sonriendo.

Jungkook asintió y luego devolvió su vista hacia mí, como si tratara de leer mis pensamientos, pero no fue tanto hasta que centró su mirada en Seojoon.

- ¿Qué hacen aquí? Lo último que supe, es que Nada - y como si lo hubiera recordado, se corrigió - el Rey te ofreció trabajo.

- Pues como ves, lo rechacé, la muerte ronda a los reyes. Y no me gustan las cadenas, ya sabes, aunque sean de oro, prefiero mi libertad. - Seojoon palmeó mi espalda, sacándome de mi ensimismamiento. - Y este cabrón escurridizo, luego de haber dejado la Clerecía necesitaba compañía.

Me reí un poco, tratando de actuar normal y Jungkook me miró con una expresión de desconcierto.

Seojoon nos miró a ambos, notando la incomoda tensión.

- Joder, ustedes deben hablar. Yo me quedo aquí.

- No es el momento - espetó Jungkook - y no sabes cómo funciona esto.

Seojoon se rascó la mandíbula que ya tenía un asomo de gris - Yo no, pero tu hermano sí. Y ahí viene.

- ¿Los conoces? - interrogó Jungkook, cuando Jeon ingresó al taller.

La sonrisa de Jeon se ensanchó, mostrando una hilera de dientes blancos.

- Oh, sí. Este muchacho - dijo, señalándome con un dedo - me rogó que le permitiera verte. Me suplicó, de hecho.

Sentí cómo el calor subía por mi cara, y por un momento, parecí un niño pillado en una travesura. Jungkook parecía estar en la misma situación, sus mejillas tenían un tono rosado. La esperanza renació en mí, como una chispa que se negaba a apagarse, pero no duró mucho. En cuanto su mirada se cruzó nuevamente con la mía, frunció el ceño.

- Sígueme - murmuró, caminando hacia la puerta detrás del mostrador.

Lo seguí y al pasar al lado de Seojoon, éste apretó mi hombro. Le agradecí con una inclinación de cabeza.

Salimos a un patio donde se extendía el taller. Había al menos tres espacios grandes, parecidos a establos.

- Aquí Junghyun fabrica distintos accesorios, desde fundas hasta arpones. - explicó Jungkook mientras avanzabamos. - son las mejores de Yeonje.

The King (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora