Capítulo Dieciocho

36 6 1
                                    

Corrimos. O lo intentamos. Y tropezamos, y caímos, y seguimos avanzando a duras penas por un terreno infernal de piedra chamuscada sobre la que no crecía una planta ni volaba un pájaro. A diferencia del lugar donde estuvimos todo el día, ahora estábamos en un páramo abrasador tan desprovisto de vida como había estado el frío.

- Los vientos del destino me han llevado a varios sitios encantadores últimamente - refunfuñó Hoseok mientras subíamos una pendiente y aparecía otro paisaje de roca humeante, peor que el anterior.

- ¿Aún nos siguen? - preguntó Wooshik.

- Es difícil distinguir a los hombres en esta tierra rota. - Dije.

Jungkook movió su catalejo para cubrir la desolación que habíamos dejado atrás, aneblada por un vapor maloliente. -Sobre todo si no quieren que se los distinga.

- Puede que hayan dado media vuelta.

Rogué a los Dioses por un poco de suerte, un ápice de suerte.

- A lo mejor Hwasa no ha podido convencer a los piel de oso de que nos sigan. - Wooshik siguió diciendo.

Jungkook se esparció un sudor mugriento por la cara y negó. - Me está buscando... - su voz era temblorosa - no se detendrá hasta que me lleve de vuelta y a ustedes los...

- Estaremos bien - dije tratando de sonar seguro, aunque me sentía lejos de estarlo. Jungkook me miró, y pude notar su mirada errática, como si no hubiera una salida a esto, al menos no una buena, la ansiedad crecía en él.

- No la conocen. - su voz sonaba entrecortada.

Me acerqué y quedé de frente a él, tomé una de sus manos.

- Hey escúchame, saldremos de esta - volví a hablar. - pudimos antes, lo haremos ahora. Encontraremos la forma.

Asintió mientras su mano se aferró a la mía.

- Hwasa puede ser de lo más convincente. Es una gran líder. - advirtió Nada.

- Le vi pocas muestras de serlo - dijo Seojoon.

- Tú no estuviste en Pohang, cuando llevó a la victoria a la flota de la emperatriz. - habló Nada.

- ¿Quieres decir que tú sí?

- Luchaba en el otro bando - respondió. - Era el campeón del rey de Gumi.

Wooshik arrugó la frente, incrédulo.

- ¿Fuiste campeón de un rey?

Mirándolo costaba creerlo, pero yo había visto a grandes guerreros en el cuadrado de entrenamiento de Jackson y ninguno sería rival de la espada de Nada.

- Nuestro buque insignia era pasto de las llamas. - Los nudillos de Nada se volvieron blancos sobre el puño de su espada mientras recordaba. - Doce galeras se habían amarrado a ella, y la cubierta resbalaba por la sangre de los caídos y rebosaba de soldados de la emperatriz cuando Hwasa y yo luchamos por primera vez. Yo estaba agotado de la batalla, lento por las heridas y poco acostumbrado a los vaivenes del barco. Ella fingió ser una mujer indefensa, su baja estatura y en ese tiempo su apariencia delicada, yo le creí por orgullo y ella me hizo sangrar. Así fue como pasé a ser su esclavo. La segunda vez que luchamos, estaba debilitado por el hambre y ella tenía acero en la mano y hombres curtidos a su espalda. Yo me alzaba solo con un cuchillo para viandas. Me hizo sangrar por segunda vez, pero me dejó vivir por orgullo.

Su boca se torció en aquella sonrisa enloquecida, muy distinta a la sonrisa de hoyuelos que mostró antes. Nada dejó saltar gotitas de saliva mientras casi ladraba sus siguientes palabras.

The King (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora