ᴘᴀʀᴋ ᴊɪʜʏᴇ
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Tras varios días refugiados en la villa a la cual el señor Taehyung nos había conducido, la tempestad de la guerra finalmente se disipó, aunque no era más que un preludio de lo que el reino vecino pretendía. Con el retorno a la mansión inminente, me dediqué a escribir a mis padres, quienes permanecían en la corte, para informarles de los acontecimientos que nos habían acaecido. El carruaje avanzaba con solemne tranquilidad, mientras el señor Taehyung, montado en su noble corcel, cabalgaba a su lado con la dignidad propia de su estirpe.
No pasó mucho tiempo antes de que las murmuraciones comenzaran a circular. Jihyong, siempre tan presto a los rumores, había informado a Jay sobre lo ocurrido la noche anterior en mi alcoba. Y, como era de esperarse, el amanecer trajo consigo la reprimenda. Jay, con un gesto severo, irrumpió en mi estancia, reprochándome con desdén que no poseía derecho alguno a dejarme cortejar por un caballero de tan elevada alcurnia como el señor Taehyung.
Aquellas palabras, cargadas de desprecio, hirieron más de lo que hubiese imaginado, y más aún sabiendo que fueron escuchadas por él. Ahora, mientras él cabalgaba junto al carruaje en el que yo me encontraba, su mirada permanecía fija en el horizonte, distante e imperturbable.
Debió haber sido una amarga revelación para él descubrir que no soy una noble de linaje, sino tan solo la hija adoptiva de mis padres.
Al arribar a la mansión, los vestigios de las recientes explosiones que habían sacudido la región se hacían evidentes en cada rincón del entorno. Las paredes, otrora impolutas, ahora mostraban las cicatrices del conflicto, y un manto de polvo grisáceo cubría la entrada principal. El carruaje aminoró su marcha hasta detenerse frente a las grandes puertas de la residencia. A través de la ventanilla, observé con cierta aprensión como el señor Taehyung descendía de su caballo, desplegando una elegancia inalterable. A pesar de la tensa quietud que había entre nosotros, me sorprendió verlo dirigirse hacia mí con la clara intención de abrir la puerta del carruaje.
Por un instante, el desconcierto se apoderó de mí; había asumido que su ánimo estaría empañado por la ira o el desdén hacia mi persona. Sin embargo, al abrir la puerta, extendió su mano con una cortesía que hizo titubear mis temores. Acepté su ayuda para descender, y al tocar su mano, sentí la calidez que emanaba de él, un contraste con la rigidez de su porte.
—Gracias —Murmuré, tratando de disimular mi turbación, pero él se limitó a asentir, su rostro inmutable, ajeno a cualquier emoción evidente.
Lo observé con más atención, intentando descifrar la mirada que me dirigía; era una amalgama de seriedad y compasión, una expresión que no lograba comprender del todo. Mientras yo permanecía en ese estado de incertidumbre, mis hermanos, habiendo agradecido al señor Taehyung por su inestimable ayuda, ingresaron a la mansión acompañados por sus esposas e hijos, dejando tras de sí un rastro de formalidades cumplidas.
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Seductora De Corazones © KIM TAEHYUNG
RomanceEn una época del Renacimiento donde el intelecto y el encanto son armas poderosas, 𝗣𝗮𝗿𝗸 𝗝𝗶𝗵𝘆𝗲, una joven de diecinueve años, se embarca en un cautivador juego de seducción. Sus tres pretendientes, cada uno con un rol crucial en su vida, cae...