ᴋɪᴍ ᴛᴀᴇʜʏᴜɴɢ
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El sol despuntaba en el horizonte, bañando los vastos jardines con su luz dorada, más en mi pecho yacía un nudo que ni el calor del día podía deshacer. Desde la ventana de mis aposentos, contemplaba las fuentes, las estatuas y los rosales que Jihye tanto adoraba. ¿Cómo podía ser que, en medio de tanta belleza, mi alma se debatiera entre la dicha y el temor?
Hoy es el día en que la promesa se cumplirá. La ceremonia que nos unirá a Jihye y a mí como marido y mujer está próxima, y, sin embargo, en la quietud de este amanecer, una sombra se cierne sobre mi corazón. He de confesar, aunque solo sea en el silencio de mi mente, que esta felicidad que hoy se me presenta se siente frágil, como un cristal delicado al borde de quebrarse.
Recuerdo el primer día en que la vi, aquella joven de semblante firme y mirada luminosa. En su presencia, el mundo adquiría un brillo nuevo, como si cada palabra suya fuese una melodía que solo mis oídos podían escuchar. Y ahora, ella será mía... Mía para siempre, según los votos que pronunciaremos en pocas horas. ¿Pero acaso la eternidad no es un concepto tan vasto y distante que parece inalcanzable?
He intentado alejar de mi mente estas cavilaciones. He luchado contra esta inquietud que se asoma en los rincones de mi alma, mas es en vano. La dicha se mezcla con el miedo, pues, ¿quién puede garantizar que lo que hoy florece no se marchitará mañana? Jihye es como una flor de rara belleza, pero el tiempo y las estaciones cambian, y temo que lo que hoy es primavera en nuestros corazones se convierta en invierno en algún momento.
Los preparativos para la ceremonia están en marcha. Escucho el murmullo de los sirvientes en los pasillos, el repique de las campanas en la distancia, anunciando que todo está dispuesto. La luz del día entra en mi aposento, pero no logra disipar las sombras de mi mente. Quizá es mi destino vivir con esta dualidad, este constante equilibrio entre el deseo y la duda. O tal vez es que el amor verdadero siempre viene acompañado de una especie de melancolía, como si el corazón, al alcanzar su mayor dicha, también se preparara para el dolor.
Mis vestiduras están listas, y pronto me dirigiré al altar. Mi mano tiembla al cerrar la hebilla de mi cinturón, y por un instante me detengo. Cierro los ojos y respiro hondo. En este momento, más que nunca, debo recordar quién soy y qué es lo que deseo. Jihye... Ella es todo lo que he anhelado, y aunque el miedo se agazape en las sombras de mi mente, no debo permitir que me arrebate este instante.
Al final, quizá la vida es una sucesión de momentos, de luces y sombras. Y aunque ahora las sombras parecen alargarse, me aferro a la luz de este día, esperando que nos guíe a ambos hacia un futuro en el que la felicidad prevalezca.
Con esta resolución en mi corazón, me dispongo a salir. Las campanas siguen sonando, y el destino aguarda.
Al salir de mis aposentos, los corredores del palacio se antojan más vastos que nunca, como si cada paso que doy me condujera no solo hacia el altar, sino hacia un abismo desconocido. Los muros de piedra, fríos y solemnes parecieran guardar en su silencio los secretos de tantos que antes de mí caminaron por este sendero. ¿Acaso ellos también sintieron este desasosiego? ¿Este miedo sutil que acompaña a la promesa de eternidad?
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Seductora De Corazones © KIM TAEHYUNG
RomanceEn una época del Renacimiento donde el intelecto y el encanto son armas poderosas, 𝗣𝗮𝗿𝗸 𝗝𝗶𝗵𝘆𝗲, una joven de diecinueve años, se embarca en un cautivador juego de seducción. Sus tres pretendientes, cada uno con un rol crucial en su vida, cae...