Isabella
No, no, no, maldición, no.
Miro la pantalla del celular una y otra vez. ¿Por qué lo hice? ¿Por qué?
Marco el número de Polo una y otra vez sin tener respuesta. Por favor, por favor, no vayas a ir, Polo, no lo hagas. ¿Cómo carajos me dejé convencer para mandar ese mensaje? ¿En qué momento lo hice?...
Ian me pidió citar a Marco Polo en un lugar. Me había negado porque sabía que lo iba a lastimar. Nada bueno se puede esperar de Ian, pero al final lo hice, mandé el mensaje. Trato de recordar, pero todo está en negro. No recuerdo cuándo lo hice. Sin embargo, nadie más que yo podía mandar el mensaje. Solo yo sé su número privado; ni siquiera lo tengo registrado porque sabía que era un riesgo. Odio no recordar, maldición, me dejé llevar con la jodida cocaína y el alcohol.
Me levanto de la cama, hago una mueca de dolor al sentir una punzada en mi entrepierna y otra en la cabeza. Ninguna de ellas me sorprende. Desde que comencé a desmayarme por el uso excesivo de la droga, el dolor entre mis piernas y cabeza es constante. A Ian le gusta tomarme en ese estado, demasiado brusco para mi cuerpo. Me visto lo más rápido que puedo y corro a la dirección que le mandé a Marco Polo. Algo puedo hacer. Por favor, que no le pase nada.
—Isabella, despierta —Pequeños golpes en mi mejilla me hacen abrir abruptamente los ojos. Lo primero que veo son unos ojos oscuros —. Respira, vamos.
Las cejas pobladas de Dante casi se tocan.
Trato de tragar saliva, pero... oh, maldición, duele. Mis manos vuelan a tocar mi cuello y es cuando recuerdo a Adriano. Un jadeo desesperado sale de mis labios y trato de levantarme. La cabeza me da vueltas y estoy a punto de perder el equilibrio, si no fuera por las manos de Dante que me sujetan por los hombros. Con cuidado, me hace sentar en el sillón de cuero. Sus ojos se quedan fijos abajo, siguiendo su mirada, noto lo que mira: una de mis muñecas. Las mangas del vestido se han deslizado hacia arriba, así que rápidamente jalo para cubrirla. El rostro de Dante se oscurece.
—¿Qué pasó? —pregunto, tratando de desviar la atención. Mi garganta grita y lloriquea del dolor.
—Adriano se estaba divirtiendo un rato —Se aleja de mí sin apartar los ojos —. Poco más e iniciamos una guerra con los jodidos albaneses. No debes quedarte sola con él.
—No fue a propósito —Me limito a decir.
...
Abrazo mis rodillas y recargo mi mejilla en ellas. Miro a Mati, que intenta alimentar a Valentino. El niño no da tregua, quiere cereal y ella quiere darle avena, pues el imbécil de mi esposito le pidió alimentarlo de manera más saludable. Al niño no le agrada mucho la idea, al parecer.
Aprieto los labios cuando finge unas arcadas.
—Tienes que comer, Valentino.
—Nop.
—Valentino, si no comes tu avena, estarás castigado —Me tenso al escuchar la voz grave de Ramiro. Dejo de ver en dirección a la barra de la cocina y, en su lugar, fijo la atención en el televisor que está en un canal de noticias —Come.
Trago saliva y el recuerdo latente de que estuve a punto de morir me hace estremecer. Hace tres días, un imbécil casi me manda bajo tierra, y él, mi esposo, no hizo nada. Fue Dante quien detuvo al maníaco que me apretaba el cuello.
Hay muchas cosas vagando por mi cabeza. La mayoría no las entiendo, como el descubrir que Ian puso en riesgo a Génesis por mí. Me parece poco creíble. Él nunca haría eso, no a ella... Pero si no es así, ¿cómo es que ellos saben de esa mujer? Génesis es, bueno, era ajena a este mundo. Hay tanto que quiero saber, no sé a quién acudir, a quién preguntar. Mi esposo no es una opción. Ahora mismo, lo último que quiero es hablar con él, ni mirarlo puedo.
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DESTROZAME +18 L.2 [TERMINADA]
RomanceIsabella tiene una cruz demasiado pesada sobre su espalda. Ramiro ya se equivocó una vez e hizo sufrir a una inocente. Esta vez no se va a equivocar y enmendará su error, e Isabella deseará no haber nacido.