Ramiro
La cara de Isabella enrojece y, con un jalón, se deshace del agarre en su mano, apartándola. Claramente está enojada y no sé si debo preocuparme o estar encantado.
—Imbécil —refunfuña entre dientes, dando un paso atrás y chocando su cuerpo con la puerta de mi oficina.
—¿Eso es un sí? ¿Tendrás una cita conmigo?
—No.
Es adorable con las mejillas sonrojadas, los ojos entrecerrados y las manos en su cadera. Trata de parecer intimidante, pero lo único que consigue es ponérmela dura.
—Supongo que tengo que convencerte.
—Supongo que te vas a la mierda. —Se da la vuelta con la intención de marcharse y me asusto. Quizás empeoré la cosa entre los dos.
Rápidamente, rodeo su cintura con mis brazos y la pego a mi pecho. Sin perder el tiempo, entierro mi rostro en su cuello.
—No te molestes, Luci.
Se relaja en mis brazos y recarga su peso en mi cuerpo.
—Eres un idiota, Ramiro. Si querías volver a empezar, no tenías que hacer eso. Yo... —Su voz se quiebra, mis brazos se tensan en su cintura —. Creí que te estabas deshaciendo de mí. Lo último que supe de ti antes de recibir los papeles de divorcio fue de ti dejándome en la habitación desnuda.
Joder.
Sé que actué como un estúpido, la cagué, pero no soportaba estar frente a Isabella y ver sus cicatrices escandalosas. Estuve a punto de perderla antes de que siquiera hubiera sido mía. Actué como un impulsivo y salí de ahí a darle una jodida paliza a Ian, que, de puro milagro, aún sigue con vida. No por mucho tiempo. Adriano ya está encargándose de eso.
—Lo siento, por favor, empecemos las cosas desde cero.
—Solo porque has dicho "por favor". —Muerdo su cuello feliz y luego le doy una lamida, aprieto su cuerpo contra el mío y encajo mi erección en su espalda —. Ahora suéltame, porque no soy una chica fácil. Debes saber que no beso en la primera cita, déjame ir.
Se remueve y la suelto en contra de mi voluntad.
—Tengamos una cita esta noche.
—Déjame echar un vistazo a mi agenda. —Me guiña y sale de la oficina dejándome con una estúpida sonrisa y una erección dolorosa.
(...)
Isabella
Las cosas entre Ramiro y yo han estado un poco... diferentes. Estas últimas dos semanas conocí a un Ramiro completamente nuevo.
Ramiro, el que era mi esposo, siempre estaba tenso a mi alrededor. Sonreía como si le costara miles de dólares una sonrisa. Su actitud llegaba a ser dura y cautelosa. Incluso a veces parecía un jodido amargado, y aun así me gustaba. Pero... el Ramiro de estas dos últimas semanas me ha hecho perder completamente la cabeza por él. Es todo coquetería y galantería. Me sonríe cada vez que mis ojos se posan en su rostro —está sonriendo todo el tiempo, porque por alguna extraña razón mis ojos parecen tener una obsesión por mirarlo—. Tiene una actitud relajada y a veces olvido que me lleva más de diez años de diferencia.
Hemos ido a cinco citas diferentes y todas han sido geniales. En la primera cita, fuimos a cenar a uno de los restaurantes de Adriano. Fue todo un caballero. Me recogió en casa de mis padres a la hora acordada y me llenó de cumplidos todo el camino al restaurante. Mis mejillas dolían de tanto sonreír. Cuando llegamos al restaurante y nos dirigimos a nuestra mesa, corrió su silla a mi lado para estar justo a mi lado. En toda la velada, tuve sus manos y ojos sobre mí. Era como si no pudiera tener suficiente de tocarme y mirarme. Intentó besarme un par de veces, pero me negué siempre. No mentía cuando le dije que no besaba en la primera cita, pero debo admitir que fue un reto, cuando lo que más deseaba era tener sus labios sobre los míos. Las siguientes citas fueron igual de perfectas, y en todo momento Ramiro se encargó de que sus atenciones gravitaran solo sobre mí, lo cual me tiene viendo corazones por todos lados.
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DESTROZAME +18 L.2 [TERMINADA]
RomanceIsabella tiene una cruz demasiado pesada sobre su espalda. Ramiro ya se equivocó una vez e hizo sufrir a una inocente. Esta vez no se va a equivocar y enmendará su error, e Isabella deseará no haber nacido.