Capítulo 17

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Ramiro

Besian me mira fijamente. Bajo mis ojos a una de sus manos, la que sostiene el arma; tiene los nudillos blancos por la fuerza que ejerce al sujetarla en su costado. De antemano sé que le está costando no dispararme.

—Por favor, dime que el idiota de Ian no escapó —escupe con sorna.

Miro fijamente su rostro y me arrepiento casi de inmediato al notar un poco de Isabella en él.

No respondo.

Pero sé que Dante se está encargando de Ian y de mi hermano. Casi suspiro aliviado. Me hice diez años mayor tratando de encontrar a mi pequeño hombrecillo.

Chasquea la lengua.

—Me da igual si escapa o no. Ese ya será problema tuyo. Fuimos nosotros quienes los emboscamos aquí, así que Isabella es libre de volver a casa. —Aprieto los puños a mis costados.

Sé que teníamos un jodido trato y también sé que estaba dispuesto a dejarla ir, pero eso era antes de darme cuenta de toda la mierda que me hace sentir.

—Ella decidirá si quiere marcharse. —Me encojo de hombros.

—Ese no era el trato —ladra, dando un paso en mi dirección—. Además, Isabella saldrá de ahí a la primera oportunidad.

—¿Estás seguro de eso? —Elevo ambas cejas.

Estoy pecando de confiado, porque no sé qué carajos quiere la mujer que es mi esposa.

—¡Hijo de perra!

La atención de todos deja de estar fija en nosotros y nos giramos para ver a Dante y a dos hombres más arrastrar un cuerpo. Al principio no distingo quién es, pero cuanto más se acerca, sé de quién se trata.

Ian.

Adriano es el primero en acortar la distancia. Se detiene a escasos centímetros de Dante.

Coloca las manos en su cintura y deja caer la cabeza hacia atrás riéndose. No entiendo la gracia, pero como se trata de Adriano, no pregunto.

—¡Maldito rata escurridiza, al fin te atrapamos! —musita entre risas.

Le doy una última mirada a mi suegro para después acercarme al hombre que nos ha estado jodiendo desde hace un tiempo.

Mis cejas se elevan al notar el estado en que está.

—Parece que empezaste la fiesta sin nosotros —bromeo.

—Esto —señala la herida de bala— y esto —esta vez apunta a la polla de Ian y un escalofrío me recorre la espina dorsal; esa mierda debe doler— es obra de la pequeña de tu esposa, Ramiro.

—¡¿Isabella?! —mencionamos al mismo tiempo Besian y yo.

—Hay tanta mierda que deben saber —dice con pesar y nos da una mirada intensa tanto a Adriano como a mí.

¿Ahora qué?

(...)

Isabella

—Por favor, no me dejes solo. —La pequeña mano de Valentino sujeta con fuerza mi muñeca, tomándome por sorpresa ya que creía que ya dormía —. Duerme conmigo, ¿sí? —suplica con una voz tímida y temblorosa.

El corazón me duele por la vulnerabilidad de su tono.

Suspiro y asiento.

Nunca antes he podido resistirme a lo que sea que Valentino me pide, y hoy no será el día, y menos cuando suplica de esta manera.

DESTROZAME +18 L.2 [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora