Isabella
Las lágrimas acumuladas obstaculizan mi vista. Parpadeo, provocando que se desborden por mis mejillas sonrojadas. Mis pulmones arden por la falta de aire, pero, maldición, nunca antes me había sentido así como lo hago ahora.
La mano de Ramiro se entierra en mi cabellera, empujándome más el rostro contra él. La cabeza de su pene topa con mi garganta, provocándome arcadas y haciendo que salive más, tanto que se desborda por la comisura de mis labios.
Estoy tan cachonda.
Sentir cómo me atraganto con el muy bien dotado miembro de mi esposo provoca que mi cuerpo arda y mis bragas se sientan pesadas de lo húmedas que están. Mis muslos se aprietan entre sí, tratando de buscar algún tipo de consuelo y fricción.
Ambos gemimos al mismo tiempo.
—Sabía que esta boquita inteligente sería perfecta para comerme completa. —Acaricia con ternura mi mejilla húmeda —. Te ves hermosa arrodillada, ahogándote con mi polla.
Me da una bofetada, mandando una punzada de puro placer a mi clítoris hinchado.
Quiero usar la mano libre que tengo en su muslo y deslizarla entre mi ropa interior para darme un poco de alivio, pero no puedo hacer otra cosa más que enfocarme en cómo su cabeza se echa hacia atrás y sus abdominales se tensan. Una vez que termine con esta mamada, voy a pasar la lengua por ese six-pack.
¿Por qué nos tomó tanto tiempo llegar a esto?
Ahora quiero estar metida con él en la cama todo el jodido día. Si alguien me hubiera dicho que el sexo se sentía tan bien y no solo era dolor, y que el placer iba a ambas partes, no hubiera pasado tanto tiempo en celibato.
El gruñido de mi esposo me hace mirarlo a los ojos.
—Maldición, Luci, no me mires así. —Ambas manos sujetan mis mejillas y comienza a mover mi cabeza al ritmo que necesita. Me dejo manejar a su antojo.
Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas una vez más por la fuerza, pero sigo chupándolo, adorando su polla.
Con cada embestida brusca, mis labios se estiran tensos alrededor de su circunferencia. Mi lengua se aplana contra la parte inferior, intentando tomarlo todo como una maldita campeona. La garganta se me contrae por la invasión, sin embargo, trago con fuerza.
Las bolas de Ramiro golpean mi barbilla, mi saliva se desborda.
Los gemidos y jadeos de él, los sonidos lascivos de su polla entrando y saliendo de mi boca, nos hacen parecer un desastre obsceno.
—Eres tan buena en esto, cariño —dice con los dientes apretados. En respuesta, tarareo.
Su agarre se aprieta.
Gimo alrededor de su polla, provocando que la vibración lo lleve más cerca del borde.
Su respiración se entrecorta.
—¡Mierda!
Con un ágil y rápido movimiento, se aparta de mí, su miembro saliendo de mi boca.
Con un gemido gutural, se corre.
Aún de rodillas y echando la cabeza hacia atrás, lo miro haciendo pucheros.
Quería que se corriera en mi boca.
—No hagas pucheros, mocosa —dice con la respiración acelerada —. Ahora sube a la cama que quiero enterrarme dentro de ti. Aún no tengo suficiente.
Ni yo.
Llevamos horas encerrados en esta habitación sin saciarnos.
—Te quiero desnuda, es hora de conocer esas tetas por las cuales fantaseo. —Las mejillas comienzan a arderme. Como si no hubiéramos hecho cosas peores que verme completamente desnuda.
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DESTROZAME +18 L.2 [TERMINADA]
RomanceIsabella tiene una cruz demasiado pesada sobre su espalda. Ramiro ya se equivocó una vez e hizo sufrir a una inocente. Esta vez no se va a equivocar y enmendará su error, e Isabella deseará no haber nacido.