Isabella
—¿Qué te sucedió en el brazo? —Es lo primero que pregunto cuando entra a mi habitación. El brazo de Mati tiene arañones y una pequeña mordida.
—Obra de ese demonio —señala con su barbilla a Valentino, él, que duerme profundamente en mi cama —. Quería salir a ayudarte, así que tuve que sujetarlo con fuerza y me atacó.
Se encoge de hombros.
—Oh.
—Sí, oh... —me mira fijamente —. ¿Cómo estás?
Cuando regresé a mi habitación con el niño colgando en mis brazos, lo dejé en la cama y curé mis heridas. Quisiera decir que no son para tanto, pero mi cara está magullada por los golpes, mi espalda duele y mis manos, rodillas y plantas de los pies escuecen por los cristales que retiré.
—Supongo que bien. ¿Sabes algo de lo que está sucediendo afuera?
—No, algunos hombres están limpiando el lugar y sacando los cuerpos —¿Los cuerpos?
—¿Qué? ¿Cómo que cuerpos?
—Murió.
—Oh. —No necesito preguntar quién.
—Gracias —parece avergonzada por mencionar esa palabra. Lucho para no reírme de ella.
—Uhm... mejor cambia el nombre de contacto de mi esposo y acepto tus agradecimientos —bromeo. Las mejillas de Mati se enrojecen y solo asiente.
—Lo haré.
(...)
Muerdo mi labio para no dejar salir un sollozo. Abrazo con fuerza mis rodillas y parpadeo rápidamente para borrar las lágrimas acumuladas, pero ellas deciden correr por mi mejilla.
¿Por qué tiene que ser tan triste?
Siempre lloraba cuando en "Náufrago" —una de las mejores películas que el año dos mil pudo darnos— el protagonista perdía en el mar a Wilson.
Los gritos desesperados del protagonista desgarran mi corazón y me hacen moquear. Sin vergüenza alguna, limpio mis mocos y lágrimas con la manga larga de mi blusa, lo cual no sirve de nada, pues más lágrimas y mocos llegan al ver la maldita pelota de voleibol desaparecer en el mar.
Noooo.
—Isabella, es solo una pelota —puedo escuchar la risa en la voz de mi esposo. Decido ignorarlo, como lo he estado haciendo en la última semana. Siento mi mejilla arder por tener sus ojos clavados en ella.
¿Y qué si solo era una pelota? Seguía siendo triste.
Por el rabillo del ojo, noto a Ramiro acercarse y sentarse en la esquina del sillón. Su presencia me hace apretar más mis brazos en las rodillas. Sigo sintiendo sus ojos fijos en mí y comenzaba a incomodarme.
Justo ahora, la película ha pasado a segundo término, ya que no podía concentrarme en otra cosa más que en su presencia.
Lo veo inclinarse y deslizar una tarjeta de crédito en la mesita que está frente al sillón. Mis ojos se quedan fijos en el plástico. Después de unos segundos, me decido a mirarlo solo para encontrarlo ya viéndome fijamente con su estúpida cara atractiva y seria.
—¿Qué es esto?
—Una tarjeta de crédito.
—¿Para mí?
—Sí.
—Oh... —Vuelvo la vista a la televisión y luego a la tarjeta, mientras lucho por mantener mi sonrisa a raya.
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DESTROZAME +18 L.2 [TERMINADA]
RomanceIsabella tiene una cruz demasiado pesada sobre su espalda. Ramiro ya se equivocó una vez e hizo sufrir a una inocente. Esta vez no se va a equivocar y enmendará su error, e Isabella deseará no haber nacido.