Isabella
Mati y yo nos miramos fijamente cuando otro grito de Valentino llega hasta la cocina. A los pocos segundos, le sigue uno de Ramiro. Esta mañana, ambos despertaron con la personalidad de gallos de pelea y están enfrascados en una discusión desde muy temprano. Me remuevo incómoda en mi lugar al escuchar el tono duro que usa Ramiro para hablarle. No tengo la menor idea de cuál era la razón de su discusión y tampoco es como si me atrevería a preguntar. Sin embargo, me parece completamente innecesario el tono que mi esposito usa con Valentino. Ramiro es un adulto y Valentino, un niño de siete años.
En uno de los dos debía caber la prudencia, y claramente no en el pequeño.
Por supuesto, pienso quedarme callada. No voy a arriesgarme a convertirme en su nuevo blanco para que se desquite conmigo. Bastante tengo ya con su mal humor de todos los días.
—¿Tienes una idea de por qué pelean? —le pregunto a Mati. Ella estaba en la habitación cuando el caos comenzó.
—No, Valentino me corrió.
Escondo mi sonrisa dando un gran trago a mi café.
Suspirando, me pongo de pie y me acerco a la sala. Me dejo caer en el sillón para ver la televisión. El día de hoy no iría a trabajar, así que sigo con el pijama puesto.
Un puertazo me hace quitar la atención del televisor y mirar en dirección al pasillo que da a las habitaciones. Valentino aparece con su cara enrojecida y ojos brillantes. Sus bonitos iris se mueven por la cocina y luego busca en la sala. Cuando me encuentra, su labio tiembla y corre en mi dirección.
—Isabella —solloza mientras se sube a mi regazo, su cara se esconde en el hueco de mi cuello. Su pequeño cuerpecito comienza a temblar.
—¿Qué sucede, cariño? —Mis manos se deslizan arriba y abajo en su espalda.
—Quiero ver a mamá. —Otro sollozo lastimero y tengo que apretar mi agarre.
Guardo silencio.
—Isabella, no lo mimes. —La gran figura de mi esposo se planta frente a mí, con sus manos en la cadera y su ceño se acentúa más al ver a su pequeño hermano escondido en mi cuello.
—Solo quiere ver a su madre, Ramiro.
—Eso es imposible. —Lo señala con la barbilla. Un resoplido sale de los labios de Valentino, haciendo cosquillas en mi cuello —. No seas inmaduro, Valentino.
—Es un niño de siete años, Ramiro. No puedes pedirle que no sea inmaduro, maldición. El niño solo está triste porque extraña a su madre. No sé exactamente cuál es la razón de que no esté con ella, pero ponte en su maldito lugar. Lo menos que necesita ahora son tus gritos y el ceño fruncido.
Levanto la barbilla con una pizca de desafío.
Lo único que sé de su madre es que está enferma. Desconozco más de la historia, pero debe ser lo suficientemente grave para que Valentino no pueda estar con ella —. En lugar de gritarle, explícale la situación.
—Ya lo hice una vez, debe entender.
—Si no entiende a la primera, se le vuelve a explicar. Joder, no espere que actúe como un adulto. Tú, que eres uno, a veces actúas como un idiota inmaduro. —De acuerdo, creo que acabo de pasarme. Mi cuerpo deja de estar tenso cuando el cuerpecito de Valentino vibra y luego llega el sonido de su risa.
Las comisuras de Ramiro tiemblan cuando la risa de Valentino se vuelve escandalosa.
—¿Qué te parece si vamos al cine, Valentino? Tu hermano me dio el día libre —murmuro, viendo fijamente a Ramiro para ver si me detiene. Se queda completamente en silencio. Cualquier rastro de humor en su rostro ya no existe más.
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DESTROZAME +18 L.2 [TERMINADA]
RomanceIsabella tiene una cruz demasiado pesada sobre su espalda. Ramiro ya se equivocó una vez e hizo sufrir a una inocente. Esta vez no se va a equivocar y enmendará su error, e Isabella deseará no haber nacido.