Ramiro
—Hola. —Me saluda con una sonrisa tímida, tirando de sus labios.
Al llegar a casa, lo primero que veo es a mi esposa en el gran sillón, con sus rodillas desnudas pegadas a su pecho. Es una buena forma de finalizar mi día.
Me sorprende encontrarla despierta. Esperaba encontrarla en mi cama, no despierta, esperando por mí. Si hubiese sabido, habría acabado la reunión con el ruso de inmediato.
—¿Qué haces despierta? —No se me escapan sus ojos deslizándose por mi cuerpo.
Me está dando un repaso.
—Estaba viendo una película —murmura, aún con sus ojos fijos en mi pecho. Entrecierra los ojos como si tratara de ver mejor a lo lejos.
—Uhm... ¿Valentino está dormido? —Llego a ella y me inclino para poder depositar un beso en su frente.
La escucho inhalar con fuerza.
—Sí. —Desvía la mirada y la clava en la televisión. Su entrecejo está arrugado y no entiendo su cambio de actitud tan repentino.
Hace unos segundos se le veía muy contenta porque llegué y ahora está tensa.
—¿Qué sucede? —Esos ojos grises están encendidos y me hacen tambalearme hacia atrás.
Isabella puede llegar a ser intimidante.
—Nada.
Me siento a su lado y trato de jalarla a mi regazo. Da un manotazo a mi mano y se pega a la esquina del sillón, haciendo distancia.
—¿Qué es ese cambio de actitud?
—No es nada.
—Entonces vamos a dormir, estoy muy cansado. —Me pongo de pie y estiro la mano en su dirección para ayudarla a levantarse.
No hace nada por moverse ni tomarla. Está tensa en su lugar, con sus cejas casi tocándose. Incluso las mejillas están de un color rojo. ¿Qué carajos?
La vuelvo a atrapar viendo con suma atención mi pecho, su labio inferior sobresale en un jodido puchero.
Resopla y mira hacia otro lado.
Está molesta.
¿Por qué? No sé, no hice nada.
—Necesito mi colchón de vuelta.
Hago una mueca.
No logro leerla.
—No, tu lugar está en mi cama.
—Entonces me quedo aquí a dormir. —¿Está haciéndome un berrinche?
—Estás actuando como una mocosa, ¿por qué ese cambio de actitud? —Pierdo los estribos.
—Vete a la mierda. —Se pone de pie de un salto, se acerca rápido a mí y golpea mi pecho con las palmas de su mano. El ataque me toma por sorpresa unos segundos antes de tomar sus muñecas, cubiertas por las mangas de su blusa —. Suéltame, idiota.
Se jala hacia atrás, solo lastimándose a sí misma.
—Vas a lastimarte, Isabella, deja de jalonearte. —Necesito ayuda, no sé qué se le ha metido para estar actuando de esta forma —. ¡Basta!
Con una mano sujeto ambas muñecas y con la otra la tomo de la cintura, pegándola a mi pecho. La mujer se remueve y hace una mueca de asco.
—No te me acerques, apestas a otra mujer.
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DESTROZAME +18 L.2 [TERMINADA]
RomanceIsabella tiene una cruz demasiado pesada sobre su espalda. Ramiro ya se equivocó una vez e hizo sufrir a una inocente. Esta vez no se va a equivocar y enmendará su error, e Isabella deseará no haber nacido.