Capítulo 2

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En el bullicioso paddock del circuito de Silverstone, la atmósfera estaba cargada de anticipación y actividad febril. Ingenieros y mecánicos se movían con precisión, ajustando los últimos detalles en los monoplazas, mientras los publicistas negociaban enérgicamente con los medios presentes. Una ligera lluvia de febrero apenas alteraba el ritmo frenético de los preparativos.

En medio de este remolino de actividad, un grupo de pilotos se encontraba en una esquina del paddock, vestidos con sus monos de carreras a medio colocar. Lando, Carlos y Daniel compartían risas y bromas, el ambiente relajado entre ellos reflejaba una camaradería entre competidores. Charles y Yuki, más serenos, intercambiaban risas mientras revisaban sus teléfonos, desconectándose momentáneamente de la intensidad del momento.

Sin embargo, la atención de Max era notablemente diferente. Lejos de participar en las conversaciones ligeras, su mirada penetrante estaba fija en el imponente edificio de Volkov Racing. Aunque las pruebas comenzaban en apenas cuatro horas, no había señales de los pilotos de la nueva escudería. Esta ausencia no pasaba desapercibida para el rubio, cuyo ceño fruncido revelaba preocupación y determinación.

—¿Han visto a esos tipos de Volkov Racing? —murmuró Max, atrayendo la atención de sus compañeros cercanos.

Lando, con su característico sentido del humor, respondió con una sonrisa irónica —Tal vez están planeando una entrada dramática de último minuto, ¿No crees, Carlos?

El español asintió con complicidad —O tal vez simplemente están retrasados. Aunque sería un poco desorganizado para una nueva escudería —agregó, con un dejo de curiosidad en su tono.

Daniel, siempre optimista, intentó tranquilizar los ánimos —Bueno, tal vez necesitan el factor sorpresa. Quién sabe, podrían sorprendernos a todos —dijo con una sonrisa.

Mientras tanto, Charles y Yuki se miraron entre sí con una mezcla de expectación y curiosidad —Estoy seguro de que tienen algo preparado —sugirió Charles, tratando de ser diplomático.

Fernando Alonso y George Russell observaban con calma desde la distancia, intercambiando comentarios ocasionales sobre la situación. Ambos pilotos reconocieron el ambiente tenso que rodeaba la inminente llegada de Volkov Racing, una incógnita en el corazón del paddock.

La incertidumbre persistía, mientras los minutos avanzaban y la ausencia de los pilotos de Volkov Racing se hacía más notoria. Max, con una determinación palpable en su mirada, no apartaba la vista del edificio distante. La tensión en el aire era pesada, alimentada por la intriga y la expectativa de lo que estaba por venir en esta temporada.

En el momento en que Max recibió el mensaje de Kelly, su prometida, su expresión se ensombreció ligeramente. Lo leyó con una mezcla de cansancio y resignación, consciente de que su relación había estado atravesando tiempos difíciles últimamente. A pesar de la distracción que significaba la Fórmula 1, las tensiones personales no desaparecían. Decidió posponer la respuesta, guardando el teléfono con un gesto apresurado para centrarse en la conversación en curso.

Leclerc, siempre atento a las dinámicas entre sus compañeros pilotos, notó de inmediato el cambio en la expresión de Max. Con la curiosidad típica de un amigo, preguntó con tacto —¿Todo bien, Max?"

El rubio, consciente de su deseo de mantener las preocupaciones personales separadas de su enfoque en la carrera, desvió la atención del tema con habilidad —Oh, sí, solo algunas cosas en mente. Por cierto... ¿Sabes dónde está Hamilton? —preguntó, cambiando de tema abruptamente.

Charles suspiró levemente, un tanto irritado por la evasión, pero respetando la privacidad de Max —Probablemente esté con los mecánicos, haciendo sus ajustes habituales —respondió con una nota de indiferencia en su tono. Para él, las dinámicas personales de su compañero no eran de particular interés, concentrándose más en su propia preparación mental y física para la carrera por venir.

El Rey del MisterioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora